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Revista_Ejercito_934

La BRILAT es Unidad de Referencia para la Preparación (URP) de Combate en Bosque 41 Rin se hubiera podido incorporar plenamente al imperio y posible‑mente integrar en la cultura latina, incluyendo su defensa, costumbres, idioma y leyes. Tras Teutoburgo, ejemplo paradig‑mático de la importancia decisiva del choque en el entorno forestal, muchas otras batallas con el bos‑que como protagonista inesperado tuvieron también consecuencias destacables. Se suele recordar Agincourt (Edad Media, Normandía, 1415), donde los arqueros ingleses de Enrique V se apoyaron en los flan‑cos boscosos del campo de batalla, flancos en los que la caballería pesa‑da francesa del condestable Carlos D´Albret, mucho más numerosa que la de su oponente inglés, no pudo penetrar. Agincourt supuso un hito clave dentro de la guerra de los Cien años, lo que permitió a Inglaterra aumentar su influencia en Francia en los años siguientes a la batalla. Más de tres siglos después, con los mismos países en liza, pero permu‑tando vencedor y vencido, se libró la batalla de Monongahela (Edad Moderna, sur de Canadá, 1755). Aquí, Inglaterra (general Braddock) salió derrotada, a pesar de su gran superioridad numérica, por el mal empleo en bosque de tácticas de cuadro de infantería frente a tropas irregulares francesas (general Beau‑jeu) apoyadas por aliados indígenas. Esta batalla es clave para entender los cambios de la época en las tác‑ticas y organización de las unidades de infantería. El cuadro comenzó a desaparecer, y en Europa nacieron nuevas unidades irregulares de in‑fantería, llamadas en muchos casos «unidades de cazadores». Ya en el siglo xx, la Primera Gue‑rra Mundial (1914‑1918, Europa) ha pasado a la historia como una «guerra de trincheras», pero tuvo también un componente boscoso muy importante. En Francia, los bos‑ques del Somme (Mametz, Delville, Highwood, Bourlon), los de Verdún y los del Marne fueron terreno clave entre 1916 y 1918. Aquí se puede citar el papel del bosque de Belleau (03‑25 de Junio, 1918), donde el cuerpo de marines de EE. UU. salió victorioso en su combate más impor‑tante de esta guerra, a un coste de casi 2 000 muertos y 8 000 heridos. Durante la Segunda Guerra Mun‑dial, el bosque fue nuevamente un terreno decisivo en Europa; destaca la batalla del Bosque de Hürtgen, entre fuerzas alemanas y tropas estadounidenses. Esta batalla, combatida en una zona boscosa de apenas 129 km², al este de la frontera belga‑alemana, fue la más larga disputada por el ejército de EE. UU. no solo durante la guerra, sino en toda su historia (del 14 de septiembre de 1944 al 10 de febrero de 1945). El Bosque de Hürtgen fue tan costoso para el ejército de los Estados Unidos (al menos 33 000 muertos e incapacitados frente a las 28 000 bajas alemanas) que llegó a poner en peligro la victoria aliada en su frente oeste. También en otro bosque cercano a Hürtgen, en Ardenas, entre diciembre de 1944 y febrero del año siguiente, las tropas del general Eisenhower tuvieron que hacer frente a la última gran ofensiva de Hitler. De no haber sido por la falta de combustible de los carros de combate alemanes, los bosques de las Ardenas, como ya pasó en 1870, 1914 y 1940, hubieran sido testigos de una nueva maniobra victoriosa alemana apoyada en la sor‑presa que proporciona la gran masa arbolada del sur de Bélgica3. Tras la Segunda Guerra Mundial, Occidente se dio cuenta de la im‑ «A lo largo de la historia el bosque ha sido un escenario clave para el combate»


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