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Un Cobra de la 9ª Escuadrilla accede desde el hangar a la pista de despegue trincado sobre el elevador de aeronaves ubicado en popa. aérea, mientras que su sucesor es, además, buque anfibio, de mando, de proyección estratégica y hospital». El Juan Carlos I «es una plataforma increíble y muy versátil», ratifica su comandante. Una «ciudad flotante », añade, de 231 metros de eslora, 32 de manga, 58 de guinda (la parte más alta de la estructura del barco), 7,1 de calado y más 27.000 toneladas de desplazamiento. El único barco híbrido de la Armada, capaz de generar suficiente electricidad para iluminar hasta 10.000 hogares, puede acoger a 1.435 personas alojadas en 1.387 camarotes, operar en configuración de base aérea (no solo con todas las aeronaves de ala fija y rotatoria de la Armada, sino también con los helicópteros Chinook y Tigre del Ejército del Tierra, los Cougar y Superpuma del Ejército del Aire y los MV-22B Osprey americanos) o como ferri, al trincar en su hangar y garaje de carga todo tipo de vehículos militares, incluidos carros de combate. Esta «colmena» es gestionada por cerca de trescientos «obreros especializados», como define el capitán de navío Asensi a los miembros de la dotación, que trabajan en un «enjambre» de pañoles, oficinas, talleres, cámaras, sollados, lavanderías, comedores, cocinas, panadería, gimnasio, instalaciones sanitarias, garajes, ascensores de carga y de personal, salas de máquinas y un largo etcétera distribuido de manera funcional a lo largo de las once cubiertas que pueden recorrerse a pie. BALANCE La última singladura de 2018 ha cerrado un año muy intenso para la dotación del portaaeronaves español. «El buque se ha certificado en los cometidos más exigentes para los que fue concebido», explica el capitán de navío Asensi. Entre otras misiones, desplegó por primera vez en una operación internacional para el traslado de los helicópteros de la Agrupación Toro a Irak. «Una proyección estratégica en toda regla», añade de más de 13.000 millas náuticas y 57 días de duración entre los meses de mayo y junio rumbo a Kuwait donde desembarcaron los tres helicópteros de transporte pesado Chinook y los dos Cougar del Ejército de Tierra que participan en la operación Inherent Resolve de la coalición internacional contra el Daesh. En noviembre el Juan Carlos I participó en los ejercicios anfibios y aeronavales Gruflex, los más importantes de la Armada, y a principios de diciembre recibió a bordo a medio centenar de nuevos marineros, sargentos y tenientes de navío procedentes de las escuelas que llegaban «con la L puesta, sin salir aún del todo del cascarón», como se referían a ellos sus nuevos compañeros. «Sin haber cogido callo», con tan solo dos días de navegación y sin conocer el barco por completo, los novatos lograron situarse en el lugar y el momento adecuado tras escuchar «¡Zafarrancho de combate!», perfectamente pertrechados, para enfrentarse a cualquier situación de emergencia e informar de ello al Centro de Seguridad Interior. Lo hicieron solo en 5 minutos y 50 segundos, toda una plusmarca, porque «se ha rebajado en cuatro segundos el tiempo máximo exigible al mejor buque de la Armada española para obtener novedades en el puente», recordaba por megafonía el teniente de navío Bellas. J.L.E. Fotos: Pepe Díaz 28 Revista Española de Defensa Febrero 2019


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