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EL PLANISFERIO CELESTE MEDIEVAL. CONCEPTO Y FORMA A pesar de estas circunstancias adversas, algunos –muy pocos– han logrado llegar hasta nuestros días. Tal es el caso del globo Kugel, que perteneció a los hermanos anticuarios del mismo nombre, realizado en plata, encontrado en Turquía y que podría datarse a principios del siglo II a.C.; o el globo Mainz (Maguncia), que se conserva en el Museo Romano-Germánico de la ciudad alemana del mismo nombre, construido entre los años 150 y 220 d.C. y que contiene las 48 constelaciones de Ptolomeo; o el globo Farnesio, que lleva el titán Atlas sobre sus hombros, construido en el siglo II d.C. y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Este último tiene la particularidad de que, aunque es posterior a Ptolomeo, solo reproduce las 42 constelaciones de Arato, y ello se debe a que es una copia de otro anterior griego del siglo II a.C. Ptolomeo explica el procedimiento a seguir para construir un globo celeste (34). El interés por los globos celestes se mantuvo hasta la alta Edad Media, según suponemos por algunos dibujos de los mismos que se han conservado en los fondos de antiguas bibliotecas como la de la abadía de Saint-Gall, en su Códex msg. 902, p. 81, que es el que reproducimos en la figura 1. Respecto al dibujo del globo de Saint-Gall, vemos en él uno de los primeros intentos de llevar al plano una representación de la imagen tridimensional que nos ofrece un globo celeste. El resultado es rústico, esquemático y confuso. Reproduce lo que se observa directamente al mirar un objeto ya construido, pero lo hace con una habilidad muy limitada, cometiendo varios errores de importancia, lo que nos lleva a pensar que no es consecuencia de una reproducción directa, sino una evocación realizada por alguien que no ha visto un globo celeste real. En todo caso, aun frente a uno de estas características, al depender el dibujo del enfoque adoptado en la observación del objeto y quedar la mayor parte del mismo fuera del campo de visión, es natural que no se pudiera alcanzar un resultado satisfactorio. Únicamente a través de algún tipo de abstracción, complementada por las convenciones que fuesen necesarias, sería posible conseguir una representación en dos dimensiones de la esfera capaz de reproducir una parte importante de su realidad. Para superar esta dificultad, el astrónomo altomedieval va a optar por dos maneras principales de observar una esfera, de plantearse una perspectiva de observación de las constelaciones que allí han ido a parar a través de sus figuras representantes. Cada una de estas dos maneras principales de observar viene gobernada por una condición significativa: en la primera, que podríamos llamar perspectiva polar, es como si el punto de vista estuviera aplicado desde la parte superior del eje del mundo; en la segunda, a la que podríamos denominar perspectiva frontal, el ojo estaría puesto sobre el cruce del Ecuador y uno de los dos coluros. De alguna manera, de la perspectiva polar se va a derivar la forma definitiva de construir los planisferios celestes representativos del firmamento en sus figuras catasterizadas. La que hemos llamado «perspectiva frontal» exigiría: primero, un enfoque desde el lado anterior, y después, proceder a observar el globo celeste (34)  PTOLOMEO, VIII.3. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 119


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