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RAFAEL CANTERO BONILLA me ocurren tres posibles opciones: las zabras Trinidad y Nuestra Señora de Castro, y el patache de Castilla Nuestra Señora del Socorro. La Trinidad no registra supervivientes en el listado de La batalla del Mar Océano (55). Se cree que naufragó en Tralee (condado de Kerry) y que su tripulación fue ejecutada en el castillo de sir Edward Denny, pero este condado está muy al sur de Irlanda, lejos de donde fondeó la Girona. Posteriormente, durante noviembre, además aparecen registros de una zabra con este nombre en Santander y Ferrol. Casado Soto, por otra parte, la incluyó en su listado como retornada a Santander. Tampoco se encuentran supervivientes en las listas que pertenecieran a la tripulación de la zabra Nuestra Señora de Castro, pero este barco llegó al Cantábrico en conserva del San Martín y zozobró ya frente a la costa española a causa de un temporal. No se hundió en Irlanda. En cuanto al Nuestra Señora del Socorro, no hay ninguna referencia de él y hasta hoy se ignora su paradero y se da por perdida a toda su tripulación (56). Este patache, por descarte de otros barcos a través de la información que se recoge en los historiales de los navíos de la armada, puede ser el que fuera utilizado para reparar la Girona. Melchior Sevilla y sus compañeros encontraron al grupo de hombres que mandaba Leyva cuando trataban de poner de nuevo en servicio la Girona. Allí había alrededor de 1.300 hombres dispuestos a embarcar. La galeaza habitualmente tenía una dotación de 300 remeros forzados y alrededor de 200 soldados y marineros de profesión. Leyva hizo recuento de provisiones y calculó una ración de cuatro onzas de pan y medio cuartillo de vino para cada hombre. Melchior y los hombres huidos de la Valanzera hicieron saber a don Alonso lo que había ocurrido en Illagh Castle. Le informaron de que Richard Bingham estaba buscando españoles y actuando sin piedad con aquellos que encontraba, de manera tal que ni siquiera respetaba la vida de los que se rendían (57). Leyva decidió que no debían esperar a ser capturados por los ingleses y que «antes quería morir en la mar como caballero, que no supiese Su Majestad se había rendido a tan ruin gente (58)», y asumió el riesgo que suponía iniciar una travesía con una nave tan cargada y después de haber sufrido los embates del viento y el mar durante las violentas tormentas. Decidió dirigir la nave hacia Escocia, ya que el exceso de carga podía hacer imposible la travesía a través del Atlántico hasta el norte de la península ibérica. Sin embargo, pensaba que sí podrían atravesar el estrecho canal de Moyle, que con solo 20 kilómetros de anchura separaba el norte de Irlanda y Escocia. El 26 de octubre de 1588, la galeaza Girona, con 1.300 soldados y marineros procedentes de dife- (55)  Ibídem, vol. V, p. 364. (56)  Ib. (57)  Ib., vol. IV, t. IV, doc. 6603, p. 90. (58)  Ib., doc. 7082, p. 457. 28 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 143


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