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CHIARA MARIA MAURO Introducción «EL Mediterráneo son las rutas», escribía Lefebvre el 11 de enero de 1940 en la famosa revista Annales d’histoire sociale, y esto es cierto si consideramos que, además de los puertos y de los barcos ‒que hacen posible el transporte por mar‒, las rutas constituyen las interconexiones entre los diferentes puntos de la costa. Dicho de otra manera, las embarcaciones, con sus paradas y sus viajes de puerto a puerto, crean una red que conecta las ciudades mediterráneas, entrelazándolas entre sí. Para que se pueda hablar de «ruta marítima» es necesario que la vía recorrida por las embarcaciones tenga cierta permanencia en el tiempo y que, a través de ella, fluya una corriente continua de viajeros y mercancías. Una ruta marítima comercial se establece generalmente para satisfacer las necesidades crecientes de los pueblos alejados, para poder intercambiar productos elaborados o cualquier tipo de materias primas. Ahora bien, según el abanico espacial que las rutas cubren, podemos diferenciar entre «paisajes costeros» (coastscapes, esferas de interacción basadas en el recorrido de distancias visibles y en la navegación por aguas interiores), «microrregiones marítimas» (maritime small worlds, paisajes costeros conectados entre sí por rutas de no más de dos días), «esferas marítimas regionales/intraculturales» (regional/intracultural maritime spheres, entre ámbitos interesados por la presencia de una misma cultura/población) y «esferas marítimas interregionales/interculturales» (interregional/intercultural maritime spheres, interacciones de amplio espectro y que afectan a todo contexto mediterráneo) (1). Estas interconexiones marítimas, por breves o largas que sean, no permanecen estables, sino que varían en el tiempo. Las causas de los cambios pueden ser muchas pero, en el caso del ámbito mediterráneo, que es el que nos ocupa, se puede por lo menos eliminar una, concretamente la relativa a los problemas técnicos. Mientras que en otros contextos la navegación pudo presentar en el pasado complicaciones concretas e infranqueables, en el Mediterráneo no consideramos que hayan existido, y aún menos a esta altura cronológica, dificultades de entidad suficiente para impedir llegar a cualquier punto de sus orillas. De todas maneras, aun quitando los problemas técnicos, el examen de las rutas marítimas evidencia varias modificaciones a lo largo de los siglos. Con el paso del tiempo, las vías frecuentadas no permanecieron iguales, sino que sufrieron modificaciones; algunas se introdujeron y otras simplemente dejaron (1)  Estos conceptos, a partir de los que diferenciar las esferas de interacción marítimas, los propone el profesor Tartaron (cap. 6: «Concepts for Mycenaean coastal worlds») dentro de su monografía dedicada a los networks marítimos del mundo micénico (TARTARON, T.F.: Maritime Networks in the Mycenaean World. Cambridge University Press, Nueva York, 2003). Sin embargo, con las debidas modificaciones, sirven igualmente para trabajar con épocas diferentes. En este caso específico, los conceptos han sido revisados para ser adaptados al contexto y al fin de la investigación. 94 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 143


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