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TEMAS PROFESIONALES Sin embargo, para el almirante Castex ese esquema era demasiado simple y propuso una relación más compleja: —La acción del mar contra la tierra responde a una reacción de la tierra contra el mar, cuyo impacto tiende a crecer bajo los efectos del progreso técnico. El resultado de esta lucha entre la tierra y el mar no obedece a una ley general —afirmó Castex—, sino que varía en cada caso particular. Por otra parte, el almirante Colomb sacó a colación los estudios de Thomas More-Molyneux sobre las operaciones conjuntas entre las fuerzas navales y terrestres, escritos ya en el siglo XVII. —Yo considero efectiva desde 1891 la influencia del dominio terrestre sobre el marítimo, y viceversa, cuando existen objetivos en la costa. Pero la intervención más sorprendente fue la del coronel Cadwell, considerado por algunos de los presentes como el padre del Pensamiento Conjunto. Cadwell era conocido por haber desarrollado el concepto de cooperación entre las fuerzas terrestres y navales: . —Caballeros, desde mi punto de vista, solo la proyección del poder naval sobre tierra a través de una fuerza anfibia puede causar verdaderos efectos sobre el enemigo. Haré mía la afirmación del diplomático británico Sir Edward Grey para ser más gráfico: el Ejército británico es un proyectil listo para ser disparado por la Armada. El profesor Gray, tras escuchar las intervenciones de los restantes comensales, comenzó una profunda reflexión basada en sus estudios históricos sobre el poder naval publicados en su libro La pujanza el poder naval: —Cuando una potencia marítima y una continental combaten entre sí, lo que está en juego es el ejercicio del poder naval y el poder terrestre en busca de la superioridad estratégica. Los estados y coaliciones continentales no han podido ganar, en los tiempos modernos, ni una sola guerra frente a enemigos de orientación marítima. Además, en contra de algunos temores geopolíticos expresados a principios del siglo XX, las revoluciones en el transporte de ese siglo no han hecho sino reforzar la posición estratégicamente competitiva del poder naval. Desde la perspectiva de la potencia marítima, esta puede intentar agotar financieramente a su enemigo continental o negarle el suministro seguro de bienes y materiales críticos procedentes de ultramar, o bien empeñarse en la formalización de una guerra terrestre de gran escala. Aplicando alguna de estas estrategias, las grandes potencias navales o coaliciones marítimas han 132 Enero-feb.


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