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ron a Pitcairn, una isla desconocida que quedaba alejada de los vientos dominantes. Allí quemaron el barco para despejar la tentación de regresar a Inglaterra y entregarse, pero la Marina inglesa puso a toda su flota en el Pacífico sobre aviso, hasta que los amotinados fueron descubiertos y llevados a Inglaterra, donde fueron ahorcados. El Gobierno inglés, no obstante, reclamó la isla con el argumento de que estaba desierta y, al fin y al cabo, habían sido ingleses los primeros pies en pisarla. A fecha de hoy Pitcairn no es una nación soberana y se mantiene como territorio británico de ultramar, siendo, de hecho, la última colonia británica en el océano Pacífico, por lo que constituye uno de los 17 territorios no autónomos bajo supervisión del Comité de TEMAS GENERALES Descolonización de la ONU, cuyo fin es acabar con el colonialismo (Gibraltar es otro de ellos). El motín del Bounty es también muy conocido, pues sobre él se hicieron hasta cinco versiones cinematográficas, algunas de mucho éxito. Las de 1916 y 1933, ambas australianas, la segunda con Errol Flynn en el papel de Christian, pasaron prácticamente desapercibidas; no así la tercera, de 1935, producida por la Metro Goldwyn Mayer, con Charles Laughton y Clark Gable en los roles del capitán y del contramaestre; ni la quinta, con Anthony Hopkins y Mel Gibson en los mismos papeles y que incluía cierto e innecesario homoerotismo entre ambos. Para mi gusto, la versión más marinera es la cuarta, de 1962, protagonizada por Trevor Howard y Marlon Brando en los papeles de Bligh y Christian respectivamente. Esta película tuvo siete candidaturas a los Óscar, y durante el rodaje en Tahití Brando conoció amTarita Teriipaia, que sería su tercera esposa y le daría dos hijos. La réplica de la Bounty que se construyó para el rodaje estuvo atracada en Miami durante muchos años como buque museo, navegan- 24 Enero-feb.


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