KOSMONAVT YURIY GAGARIN Javier YUSTE GONZÁLEZ Escritor y articulista I algo caracterizó a los soviéticos fue su afán, a medio caballo entre la vanidad y un orgullo desmedido, por dar vida a los ingenios más grandes y extraños jamás vistos. Fueron pioneros en muchos aspectos, con «locos» encerrados en laboratorios repartidos por oscuros institutos o ciudades secretas; pero siempre animados (y financiados) por la idea de vender el comunismo, la hoz y el martillo, como lo mejor a lo largo y ancho del globo. Crearon incluso una pequeña Flota Espacial que navegaba por todos los mares de la Tierra, escudriñando los cielos. Como insignia de la misma colocaron una macroestación móvil de seguimiento de misiles, cohetes, satélites y todo aquello que despegara del suelo con el sello URSS pegado a la cubierta: el€Kosmonavt Yuriy Gagarin, el buque de investigación más grande del mundo. Orgullo de los astilleros de Leningrado Baltic S&G Works, esta unidad, Proyecto 1909, fue completada en 1971 siguiendo los planos de la clase€Sofia?o€Akhtuba?(ex-Hanoi) de buque tanque a vapor. Sus números, como navío técnico, aún son respetables: poseía una eslora de 231,6 metros (1), manga de 32 y calado de 9,2. Su planta, con dos turbinas tipo Kirov a un eje, permitía generar 14.000 kW con los que desplazar 45.000 toneladas a una velocidad de 18 nudos. Su autonomía testada alcanzaba los 130 días y unas 24.000 millas náuticas, sin necesidad de repostar combustible ni provisiones, pudiendo batir así récords de permanencia en alta mar. El casco fue dividido en ocho compartimentos, separados por mamparos estancos. En los distintos puentes se instalaron, además de pañoles, plantas de energía eléctrica y cuanto necesitara como soporte vital, 86 laboratorios de investigación y seguimiento y 1.250 habitaciones dedicadas a distintas (1) Para mejorar su maniobrabilidad, se instalaron tres propulsores de palas: dos eléctricos a proa y otro a popa. 2019 239
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