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TEMAS PROFESIONALES la isla de Perim, en la entrada al mar Rojo, en pleno estrecho de Bab el- Mandeb, que son alternativas a la disponibilidad de Nakura. Y por supuesto acaricia la posibilidad nada remota de una base naval en Irán. Pero siempre queda como última alternativa tratar de que China pueda apoyar eventualmente a Rusia en su tránsito hacia el Índico con sus instalaciones en Yibuti. Sin duda, tras sus desencuentros históricos, las relaciones chino-rusas hoy en día son muy buenas, en particular desde la perspectiva comercial, como lo demuestra el contrato de abastecimiento de gas ruso a largo plazo. Esta opción del apoyo chino, casi inimaginable actualmente, podría materializarse en el futuro y quedar asociada a la utilización de alguna de las actuales instalaciones comerciales chinas en el Mediterráneo para uso militar compartido con Rusia. Parece que a la Federación Rusa es a quien más interesa que la situación en Oriente Medio sea caótica, pero de un caos controlado, lo que ha ayudado a que las acciones que ha realizado en Ucrania o en Georgia hayan pasado a segundo plano. Y ahora ya con las instalaciones, medios y personal plenamente operativos en Crimea, Siria y Armenia, Rusia es un actor sólido en Oriente Próximo, que trata de proyectar su poder hacia el Mediterráneo Occidental y el Índico. Esta situación le permitiría acariciar su idea de lograr convertirse en una potencia mundial. Es decir, la anexión de Crimea, la crisis de Ucrania y el surgimiento de las repúblicas autónomas de Abjasia (Georgia) y de Osetia del Sur, junto con la intervención en Siria, constituirían el trampolín con el que la Federación Rusa trata de convertirse en la potencia global que fue la URSS. Conclusión La tendencia hacia un nuevo equilibrio tenso de poder militar en el Mediterráneo parece que continuará. La Marina rusa tendrá cada vez mayor presencia y usará nuevas instalaciones. Y al mismo tiempo, la próxima aparición de las capacidades militares chinas anuncia lo que podemos llamar una «calma tensa». La situación estratégica actual parece llevar a una nueva política de bloques, con tensiones asociadas por el control marítimo centrado en el Mediterráneo. Algo parecido ocurrió en el período de la «Paz Armada» (1890- 1914), cuando desapareció el equilibrio mantenido durante la Era Bismarck, una época en la que los avances técnicos en materia militar fueron acompañados de un ambiente prebélico en los medios de comunicación que podía haberse evitado. A modo de resumen se puede concluir que: — La Guerra de Siria y la intervención rusa han cambiado el balance de poder en el Mediterráneo y marcan el inicio de una «calma tensa», más parecida a la «Paz Armada» que a la Guerra Fría. 2019 291


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