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No obstante, la influencia ejercida por Daesh sobre estas organizaciones ha acabado por debilitar a estos grupos en mayor o menor medida, ya que en distintos casos se produjo el cambio de afiliación a favor de al Baghdadi, como muestra el caso de Boko Haram, dividido en la actualidad entre los partidarios del Estado Islámico de África Occidental (iswa, por sus siglas en inglés) y aquellos otros que se han mostrado leales a Shekau. El caso de al Shabaab tiene sus similitudes, con varios centenares de miembros de la organización que decidieron abandonar su núcleo vinculado a Al Qaeda para formar el Estado Islámico en Somalia tras jurar fidelidad a Daesh y asentarse principalmente sobre la región semiautónoma de Puntland. El otro ejemplo más relevante en este sentido se encuentra en el Sudeste Asiático, donde el grupo hegemónico de los últimos años en toda la región, Abu Sayyaf, hizo lo propio, alineándose la mayoría de sus miembros con Daesh. Este fenómeno de cambios de afiliación a favor del Estado Islámico y en detrimento de Al Qaeda se produjo especialmente entre el momento de la proclamación del califato e inicios de 2016, fecha en la que comenzó a producirse un fulgurante declive del mismo. Durante este período, Al Qaeda comprobó que parte de aquellos grupos con mayor capacidad vinculados hasta entonces a ella se sumaban al fenómeno de Daesh, debilitando sus siglas a escala global en muy poco tiempo. Sin embargo, una vez iniciado el retroceso de Daesh, Al Qaeda está decidida a recuperar su lugar tras el reforzamiento que han tenido estos grupos que le han mantenido la fidelidad junto a la creación de otros nuevos con una importante capacidad desde el momento en el que surgen. En este sentido, el mejor ejemplo de ello lo representa jnim, organización que aglutina en su seno a distintas organizaciones yihadistas locales junto a aqmi, y que desde su nacimiento en marzo de 2017 se ha convertido en la principal amenaza de Mali y en uno de los actores más desestabilizadores de cara al futuro más inmediato del Sahel. CONCLUSIONES El debilitamiento y desmantelamiento sufrido por Al Qaeda central tras el inicio de la «guerra contra el terror» obligó a la organización a descentralizar su actividad, delegando gran parte de su actividad en aquellos grupos locales con los que había mantenido tradicionalmente una vinculación y presentándose desde entonces como una opción moderada. Algunas de estas organizaciones se fueron agrupando entre sí dando origen a franquicias regionales que obedecían al modelo organizativo establecido por Al Qaeda, operando bajo sus siglas y expandiendo su presencia en aquellas regiones donde estas entidades fueron establecidas. Con el paso de los años, tanto estas franquicias regionales como los grupos vinculados a Al Qaeda han ido ganando peso a medida que la estructura central cedía el protagonismo a Daesh, quien en un intento por aprovechar este contexto de preponderancia dentro del movimiento yihadista, buscó la forma de Boko Haram 26  /  Revista Ejército n.º 935 • marzo 2019


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