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Los reyes de España junto al príncipe Harry frente a la losa conmemorativa al soldado desconocido en la abadía de Westminster. la localidad belga de Mons. En él, ya a lo largo de 1916 y 1917, los alemanes sepultaron a algunos de los caídos en la batalla de Mons, que en 1914 les había enfrentado a las fuerzas expedicionarias británicas, y que hasta entonces habían permanecido enterrados dispersos en diversas iglesias y cementerios locales. Camaradas suyos, naturalmente, pero también británicos, ya que, en cumplimiento de la única condición que les había puesto el propietario de aquel solar para donarles gratuitamente sus tierras, inhumaron allí a militares de ambos bandos sin distinción. Y aún en los siguientes meses habrían de sumarse algunos más a los iniciales 245 soldados alemanes y 188  británicos (entre otros George Edwin Ellison, el último combatiente británico muerto en la Gran Guerra), hasta alcanzar el medio millar que hoy día acoge. Junto a este, a lo largo de los siguientes meses y años, muchos otros inmensos y pulcros cementerios comenzaron a cubrir la triste cicatriz que la guerra de trincheras había dejado entre Francia, Bélgica y Alemania. Algunos enormes, 46  /  Revista Ejército n.º 936 • abril 2019 como el también belga de Tyne Cot, con 3 605 víctimas identificadas; Julio de 2017 otros impresionantes, como el osario de Douaumont, en Verdún, Francia, en cuyas 36 tumbas colectivas se alojan los restos de más de 130 000 soldados franceses y alemanes. Blancos hitos de dolor y respeto a los que durante décadas peregrinaron millones de desconsolados familiares y amigos, empeñados en no permitir que el amanecer de un nuevo futuro en paz borrase de sus corazones el recuerdo de quienes habían perdido en aquel conflicto cada vez más lejano. Aun así, ni siquiera este descomunal esfuerzo fue suficiente para, por ejemplo, identificar a todos los caídos. Ni siquiera, de hecho, para encontrar los cuerpos de todos ellos. Por este motivo, a partir de 1920 varias naciones construyeron monumentos funerarios en honor al «soldado desconocido», una tradición que ya se venía respetando desde hacía tiempo en algunos lugares como Dinamarca o los A partir de 1920 varias naciones construyeron monumentos funerarios en honor al «soldado desconocido»


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