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TEMAS GENERALES de la Marina se necesitaban unos 200 millones, cuando en el presupuesto tan solo se le asignaban 41.446.671 (14). Al igual que sus compañeros de Ferrol, el teniente general Nicolás Estrada, al poco de ser nombrado comandante general del Departamento de Cartagena en marzo de 1812, elevó un nuevo escrito al Consejo de la Regencia sobre la patética situación con la que se encontró al tomar su mando: «... En primer lugar es el olvido en que hasta el presente se ha tenido a este Departamento, por dejarle 21 meses sin pagarle, motivo por qué todos los de la jurisdicción de Marina mendigan para buscar el alimento para ellos y sus afligidas familias, de las que me consta que hay muchas que a veces pasan 24 y más horas sin tomar el menor alimento; el extremo de miseria a que están reducidos es tal, que ya reclama los derechos de la hospitalidad; es necesario la vista material para concebir una idea de la espantosa imagen que representan estos desgraciados vasallos, abandonados a sí mismos y a los horrores de sus desdichas; su triste situación, la apatía en que se ha estado y el sistema que se ha seguido de desentenderse desde los principios de los abusos a que dieron margen la falta de pagas y las necesidades, lo han paralizado todo, ha transformado el orden económico establecido en los trabajos y demás ramos del Arsenal...» (15). El documento, como los otros, no tuvo el menor efecto, y en junio de 1812 se seguían acumulando los atrasos, que alcanzaban la cifra de 446.436.986 reales. Esto no significaba que esta intolerable situación la sufriera de igual manera el resto de los funcionarios del Estado; al contrario, a algunos, como los de Hacienda o del Ejército, casi nunca les faltaba el dinero. Ante esta injusticia, ajena a toda lógica y cercana a la corrupción, el titular del Ministerio en aquel momento, José Vázquez Figueroa, en la exposición que sobre la Armada elaboró el 20 de octubre siguiente con objeto de remitirla a la Regencia se expresaría en los siguientes términos: «... Desde los comandantes generales hasta los últimos jornaleros experimentan la misma suerte... del mismo modo perecen de hambre los jefes más superiores que los súbditos más ínfimos... todos perecen y todos claman por que se tenga con ellos la justa consideración a que son acreedores; no hay uno cuyo semblante no manifieste el hambre que lo devora, y que de no ser socorrido va precisamente a ser víctima de la miseria en que le ha constituido la falta absoluta de pagas... ¿Qué razón hay para que cobre su paga mensualmente un intendente del Ejército, un administrador de rentas, y le falte por (14) DIEGO GARCÍA, Emilio de: «El Mar en la Guerra de la Independencia». Cuadernos de Historia Contemporánea, 2007. Vol. extraordinario, pp. 59-70. (15) PAULA PAVÍA, Francisco de: op. cit., pp. 525 y 526. 446 Abril


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