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TEMAS GENERALES Introducción A comienzos del pasado siglo, los estrategas británicos consideraban la guerra económica como un instrumento útil para someter a Alemania en caso de enfrentamiento armado. Gran Bretaña, en el epicentro del comercio marítimo, podría, mediante la manipulación de la moneda u otras medidas económicas, subyugar a Alemania. Sin embargo, dicha estrategia fue rechazada, ya que se consideró que se podría quebrar también la economía británica en el proceso. Alternativamente se consideró que el bloqueo y el control de contrabando serían más lentos, pero igualmente efectivos. Desde el punto de vista jurídico dichas medidas eran, además, más fáciles de justificar e implementar (2). Gran Bretaña solo contempló la victoria en la mar contra la Alemania Imperial en una batalla decisiva entre las dos flotas, es decir, un segundo Trafalgar. Por desgracia, Jutlandia (3), aunque logró confinar en sus puertos a la Hochseeflotte durante el resto de la guerra, no lo fue. Como consecuencia, la única posibilidad real de ganar la guerra para Alemania en la mar después de Jutlandia residía en el bloqueo marítimo de Gran Bretaña mediante una campaña submarina sin restricciones, cuyo objetivo era causar el estrangulamiento económico inglés. Paradójicamente, Gran Bretaña no estaba preparada para tal contingencia, lo que casi produce su colapso, circunstancia que capto rápidamente el contralmirante americano William S. Sims después de reunirse con el almirante Jellicoe, informando por telegrama a sus superiores en Washington de lo apurada de la situación inglesa. Ello facilitó el envío inmediato de buques de escolta americanos al otro lado del Atlántico, neutralizando la amenaza submarina alemana y manteniendo a Gran Bretaña (y, por extensión, a Francia) en la guerra. Consecuencias indeseadas Después de Jutlandia, las unidades pesadas de ambos contendientes quedaron prácticamente inmovilizadas durante el resto de la guerra. El káiser, pese a obtener una victoria táctica, ya no quiso arriesgar su flota en otro encuentro decisivo contra la Royal Navy. Mientras tanto, y para prevenir (2) LAMBERT, Nicholas A.: «Planning Armageddon: British Economic Warfare and the First World War», pp. 1-15. Harvard University Press. Londres, 2012. (3) En cambio, en Tsushima, el almirante japonés Togo había hundido siete acorazados, capturando otros cuatro. De los 38 barcos rusos, solo escaparon dos. DE LA SIERRA, Luis: El mar en la Gran Guerra, pp. 287. Ed. Juventud S. A., Barcelona 2006. 458 Abril


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