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TEMAS PROFESIONALES ciente para crear un sombrío panorama de incertidumbre, hay que añadir la aparición de Estados fallidos —en buena parte como consecuencia de revoluciones internas e inconclusas guerras civiles— carentes de una estructura de gobierno y de una autoridad vertebradora y en los que campan con absoluta impunidad los señores de la guerra, facciones armadas, organizaciones de crimen organizado, etcétera. El escenario descrito favorece que los conflictos se produzcan en lo que se ha dado en llamar la «zona gris» del espectro de intensidad y de carácter «híbrido». Este tipo de confrontaciones no son enfrentamientos declarados, son acciones ambiguas no necesaria y exclusivamente militares, en las que es difícil señalar inequívocamente su autoría, pero cuidadosamente diseñadas para no traspasar ciertas líneas rojas que pudiesen desencadenar una fulminante respuesta. No existe un patrón típico para este tipo de actuaciones, que pueden abarcar desde la utilización de grupos intermediarios, fuerzas con uniformes sin distintivos, ataques cibernéticos, campañas de informaciones falsas en las redes sociales o en ciertos medios para condicionar a la opinión pública, etcétera. El concepto de guerra total de la Segunda Guerra Mundial, que implicaba la movilización social y política de todo un Estado en un conflicto de enormes proporciones, en el que estaba en juego la supervivencia de naciones enteras y en el que se utilizaban todas las capacidades con mínimas restricciones políticas, es decir, el extremo en el espectro de intensidad de conflictos, es muy improbable que se de en el futuro inmediato. En cambio, vamos a asistir a la aplicación del concepto de guerrilla, que llevada al nivel geoestratégico no deja de ser una manera de explotar la asimetría ante un adversario al que se desea desgastar, evitando un confortamiento frontal de alta intensidad. Los conflictos en la zona gris persiguen dejar al contrincante con poco margen de maniobra para reaccionar, bien porque su concepto de defensa nacional no está adaptado a estas situaciones difusas y ambiguas, o bien porque el agresor sabe de antemano que los mecanismos de toma de decisión de su adversario son lentos, complejos y muy condicionados por la situación política interna o por la opinión pública y, sobre todo, porque las fuerzas armadas no están dotadas de la doctrina, adiestramiento y equipos para desenvolverse en estas situaciones. En tanto persista el escenario estratégico descrito, disminuirá la probabilidad de enfrentamientos de alta intensidad entre ejércitos y armadas regulares y estatales y aumentará la de que sean de carácter híbrido y tengan lugar en la «zona gris» del espectro de intensidad. 492 Abril


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