Page 85

Revista_Ejercito_937

85 siguiente) y a estudiar la organización sanitaria del ejército suizo y el tratamiento rápido de la sarna, en los hospitales de Bélgica. De esta comisión no solo dio cuenta al alto mando, sino que también publicó sus interesantes participaciones, especialmente de las dos primeras. EL MÉDICO MILITAR Su amor por la sanidad militar comienza a manifestarlo con su libro La campaña de Marruecos (1860), escrito sin pretensiones literarias, ni siquiera científicas. Lo dedica a las madres de los que componían el ejército de África. Sabe que se debe analizar con qué medios se ha conseguido la victoria y qué dificultades se han tenido que vencer para que así se puedan perfeccionar aquellos y allanar estas. Pero este estudio debe comprender investigaciones científicas sobre causas, prevención y tratamiento de las epidemias; perfeccionamiento y simplificación de los métodos quirúrgicos; la mejor organización de los servicios sanitarios, de las tropas de sanidad; de los medios de transporte; de la organización de hospitales «ambulantes », flotantes o permanentes y de otros mil detalles que en tan amplio cuadro tienen lugar. Cuando eso considera, el doctor Landa es un hombre joven y con poca experiencia, pero le sobra inteligencia para darse cuenta de que esta es una labor de expertos. Y aunque ha empezado a publicar sobre medicina castrense (Higiene militar, La alimentación del soldado) y continuará haciéndolo en el futuro (Estudios sobre Táctica sanitaria, Transporte de heridos por vías férreas y navegables, El mandil de socorro, Sistema elástico de suspensión de camillas, El perímetro torácico, etc.), ahora se limita a publicar «… lo que no es, pues, una obra dogmática y científica … sino solo una narración sencilla, sacada del libro de mis memorias … Mi único objeto es ensalzar el heroico sufrimiento de nuestro soldados y magnificar la abnegación de que tantas pruebas ha dado el cuerpo de Sanidad». Su libro logra plenamente estos objetivos. Siente el orgullo de la sanidad militar, no tiene duda, y lo expresa de esta manera: «Entonces sentí esa satisfacción profunda, esa singular alegría que solo le es dado sentir al médico militar. Al desempeñar con lucimiento una función del servicio, los oficiales de otros cuerpos solo pueden experimentar el contento de sí mismos, que resulta del deber cumplido y del amor propio realzado; pero en el de sanidad se une a esos dos elementos el placer inmenso e inefable de que inunda el alma una buena acción: ventaja incuestionable del Instituto al que tengo la honra de pertenecer y que compensa con usura la brillantez que falte» (La campaña de Marruecos, pág. 63). Además, el doctor Landa posee todas las virtudes militares, como se expone a continuación. No se concibe al soldado sin ser un verdadero patriota (en caso contrario sería, a lo más, un buen mercenario): «¡Guerra al moro!... Yo escuché aquel grito de guerra y ardimiento entre las rocas ceñidas del bosque, coronadas de niebla, del monte Aralar y de la sierra de Andía; vi estremecerse aquellas montañas nunca pisadas por el infiel y pintarse de entusiasmo y la ira en las severas facciones del fiero euskalduna, descendiente de los vencedores de Miramamolín en las Navas» (loco citato, pág. 3). Nicasio de Landa y Álvarez de Carvallo


Revista_Ejercito_937
To see the actual publication please follow the link above