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Durante el siglo XIX, los europeos percibieron sus relaciones con los asiáticos en términos de jerarquías raciales, confirmando su sentido de superioridad étnica europea sobre Japón (Dunley, 2015), lo que implicó importantes fallos de inteligencia y fracasos operativos y estratégicos occidentales en diversos conflictos armados en los que participó el Imperio japonés. Los informes elaborados por oficiales rusos a finales del siglo XIX y principios del XX determinaban que el potencial japonés era limitado al carecer sus oficiales de imaginación e iniciativa, así como de espíritu marcial (Porter, 2007); pero la derrota de los rusos en 1905 demostró que las fuerzas japonesas habían sido claramente infravaloradas. La opinión de los rusos se veía reforzada por la creencia británica de su propia superioridad con respecto al combatiente nipón, sobre el que tenían un estereotipo básico y difuso y al que consideraban inflexible y poco imaginativo (Charrier, 2001). Pero esta visión de superioridad racial no estaba en consonancia con la realidad de la Armada Imperial, en la que primaba el orden, la disciplina, la limpieza y la formación cognitiva y física de sus efectivos (Charrier, 2001). La concepción aristocrática y decimonónica de la guerra naval británica, regida por la caballerosidad y el cumplimiento normativo, demostró un exceso de confianza en su capacidad para obtener la victoria en un conflicto a gran escala (Ford, 2015). El ataque aeronaval contra el acorazado Prince of Wales y el crucero de batalla Repulse, así como los bombardeos a instalaciones navales en Colombo y Trincomalee y los hundimientos de diversos buques militares (Charrier, 2001) dejaron claro que las fuerzas japonesas habían sido seriamente infravaloradas. En el caso norteamericano, además del sesgo racial, se tendió a juzgar los avances tecnológicos del adversario según los criterios de su propio desarrollo, asumiendo que este era superior al del rival. De este modo, no pudiendo entender las innovaciones militares de la Armada Imperial japonesa (Mahnken, 1996), sufrieron el ataque de Pearl Harbour y diversas derrotas en el Pacífico en los primeros meses de la participación norteamericana en la Guerra del Pacífico (Ford, 2015), manteniendo una superioridad naval hasta los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial (Charrier, 2001). TEMAS GENERALES La dotación del HMS Prince of Wales abordando los botes salvavidas en el momento de su hundimiento. (Foto: www.wikipedia.org). 2019 639


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