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EL GENERAL MARTÍNEZ CAMPOS ACABA CON EL CANTÓN... 203 de 1872, había participado como jefe de Estado Mayor del Departamento Oriental y en numerosos combates contra los insurrectos, entre ellos con los históricos cabecillas Calixto García y Máximo Gómez), y en la III Guerra Carlista en su sector de Cataluña. Con la rapidez y eficacia que le caracterizaba, en muy pocos días el general Martínez Campos conseguiría reunir un número razonable de tropas (unos 2.000 hombres de diferentes cuerpos) y con ellos avanzar hacia Játiva, Alcira y Alcudia, poniendo sitio a la ciudad de Valencia el sábado 26 de julio. Tras un intento de negociación con emisarios valencianos y de ocupar la ciudad de Valencia por sorpresa (en la misma madrugada del 26 de julio, que le supuso un duro enfrentamiento con los sublevados, que dejó como resultado 18 muertos y 15 heridos, entre ambos bandos, y la deserción de 75 miembros del ejército gubernamental), Martínez Campos comprendió la necesidad de realizar un sitio en regla de la ciudad, que incluyera el bombardeo de sus escasas defensas militares. Solicitado un “tren de batir” y los refuerzos necesarios para el asedio (en pocos días se recibió la artillería de sitio y el refuerzo de las columnas de los brigadieres Arrando, Villacampa y Salcedo, y del coronel Escoda), el bombardeo de la ciudad se iniciaría en la mañana del sábado 2 de agosto, que se centró en las escasas defensas de la ciudad (las puertas y torres del Cuarte y Serrano, puertas de San Vicente y Real, Parque de Artillería, Plaza de Toros y Estación de Ferrocarril), ligeramente protegidas con sacos terrenos y defendidas por unos 3.000 voluntarios de la República locales y de los pueblos vecinos, y 15 piezas de artillería ligera requisadas en el Parque de Artillería de la ciudad. Los efectos de los bombardeos fueron inmediatos, y tras solicitar una tregua el cuerpo consular de la ciudad, el jueves 7 de agosto la Junta Revolucionaria de Valencia (la tercera que se había formado en apenas diez días) decidía rendir la ciudad, mientras que más de ocho centenares de comprometidos se embarcaban en el vapor Matilde y huían hacia Cartagena y otros muchos abandonaban sus armas y se dispersaban por los pueblos vecinos. Pocas horas después (en la madrugada del viernes 8), se izaba bandera blanca en todas las puertas y torres de la ciudad, y entraban en ella (por las Puertas del Cuarte) las tropas del general Martínez Campos. La aventura del Cantón Valenciano (el segundo, después del de Cartagena, y junto con el de Sevilla, que había conseguido presentar una cierta resistencia seria a las tropas del gobierno central) había durado apenas una veintena de días, aunque en este caso, y además de su importancia como experiencia insurreccional propia, su repercusión en la evolución de los acontecimientos cantonales de Cartagena también sería relevante, porque condicionaría Revista de Historia Militar, 125 (2019), pp. 203-264. ISSN: 0482-5748


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