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22 VÍCTOR ALBERTO GARCÍA HERAS las armas la encontramos en el conde de Robres, cuando afirmaba «que jamás he podido llevar con paciencia en la desdichada guerra … estas acciones bélicas de los eclesiásticos de uno y otro partido».40 El presidente del Consejo había mandado al coronel D. Melchor de Montes Vigil para dirigir la defensa de Cuenca y aleccionar a las fuerzas milicianas conquenses junto a un sargento mayor y cuarenta oficiales subalternos.41 Desde Huete, a tan solo 10 leguas de Cuenca, su recién nombrado corregidor, D. Andrés Gutiérrez, informó al coronel Montes el 31 de julio de que había recibido su orden para que formase las compañías de milicias que debían constar de 447 hombres. Sin embargo, D. Andrés comunicaba que hacía seis días que había tomado posesión y había reconocido la falta de vecinos en todo el corregimiento, amedrentados con la cercanía del ejército de D. Pedro Morras. Este se encontraba a tan solo tres leguas con un contingente de 2500 infantes y caballos esperando un número todavía mayor de tropas para dirigirse contra Huete, por lo que la mayoría de los vecinos habían huido y el Concejo había acordado reconocer a Carlos III.42 Los comisarios del Cabildo se reunieron con el obispo y con el corregidor para tratar cómo se podrían alimentar a las personas que se estaban ocupando de guardar las puertas y de los trabajos de fortificación. Se habían presupuestado 3000 reales y pedían que cada vecino contribuyera en función de sus posibilidades, si bien ni la ciudad ni, especialmente, el corregidor contribuirían en nada.43 Esta actitud del corregidor es duramente criticada y lo acusan expresamente de intentar que todo el esfuerzo recaiga sobre el Cabildo, de no haber hecho los preparativos necesarios para la defensa, e incluso, y más grave, de interceptar las cartas que el Cabildo le había escrito al rey para informarle de la actitud del corregidor y de las condiciones en que se encontraba la ciudad. Finalmente, el Cabildo decide distribuir los 3000 reales para que se dé el real y el pan a cada soldado bajo las órdenes del coronel y «sin que intervenga en nada el corregidor». El Cabildo terminó pidiéndole al obispo que intercediese entre el corregidor y el coronel.44 40 LÓPEZ DE MENDOZA Y PONS, Agustín, conde de Robres: Memorias para la historia de las guerras civiles de España. Estudio preliminar y transcripción de IÑURRITEGUI, José Mª, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, p. 224. 41 BELANDO, Nicolás de Jesús: Historia civil de España, sucessos de la guerra, y tratados de paz, desde el año de mil setecientos, hasta el de mil setecientos y treinta y tres (Parte Primera), Madrid, 1740, p. 278. 42 Archivo Histórico Nacional (en adelante A.H.N.) Estado, Leg. 301. 43 A.C.C. Secretaría. Libro 179. Acta 4-8-1706. 44 A.C.C. Secretaría. Libro 179. Acta 4-8-1706. Revista de Historia Militar, 125 (2019), pp. 22-38. ISSN: 0482-5748


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