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24 VÍCTOR ALBERTO GARCÍA HERAS Según el coronel Montes, en la ciudad había unas fuerzas de 310 milicianos,51 los soldados que lo habían acompañado y los reclutados entre los eclesiásticos, estos casi totalmente inhábiles por no haber tenido nunca ninguna disciplina militar; todos no excedían de 700 hombres. La ciudad se había reunido para debatir acerca de dar la obediencia o no al archiduque, sabedora de que el general Wyndham se encontraba a menos de una legua de la ciudad con un contingente de tropas formado por más de 4000 hombres, 400 caballos, cuatro o seis piezas de artillería y dos morteros. En esta situación se mostraba como una «temeridad intentar la defensa, pues con ella solo se conseguiría la destrucción de los templos y exponer los conventos de religiosas a que padeciesen violencias» y exponer a los vecinos a que perdiesen sus casas.52 La mañana del día 8 de agosto se divisaron las tropas austracistas en la llanura de la Casa Blanca53 y se extendieron hasta el convento de la Isla, donde plantó su cuartel el general inglés. Desde allí mandó un tambor con un ultimátum para que la ciudad abriera las puertas, si no quería «experimentar el último rigor de la guerra». El Concejo se reunió con el obispo, D. Miguel del Olmo, y tras un debate con opiniones contrarias, la resolución final fue resistir. Ante la resolución adoptada por la ciudad, el teniente general Wyndham ordenó atacar el hospital de Santiago desde donde se presentó una gran resistencia.54 Los austracistas atacaron la ciudad con una batería de doce cañones y con tres morteros sin descanso durante tres días con sus noches.55 No todos los habitantes de Cuenca habían sido partidarios de mantener la resistencia, D. Francisco Tomás de Alarcón había instruido al general Wyndham del estado en el que se encontraba la guarnición de la ciudad, la obstinación con la que se resistían los conquenses a la entrada de los ingleses y los lugares más favorables para poder entrar en Cuenca.56 Molesto con la resistencia que mostraban los conquenses, Wyndham ordenó que se abriese fuego contra las casas del arrabal y que se asaltara la ciudad por las puertas de San Miguel y del Postigo, y para «causar más terror», ordenó que se enarbolara la bandera negra y que se tocase a degüello «no perdonar el cuchillo a mujeres, niños, ni ancianos». Ante esta situación, desde las murallas se sacó la bandera blanca para tratar sobre la rendición.57 La ciudad mandó a dos sacerdotes para capitular, pero, 51 A.H.N. Estado, Leg. 301. 52 A.C.C. Secretaría. Libro 179. Acta 6-8-1706. 53 A.C.C. Secretaría. Libro 179. s/f. 54 BELANDO, Nicolás Jesús: op. cit., p. 280. 55 DEFOE, Daniel: op. cit., p. 203. 56 A.H.N. Estado, Leg. 8693. 57 BELANDO, Nicolás Jesús: op. cit., pp. 281-282. Revista de Historia Militar, 125 (2019), pp. 24-38. ISSN: 0482-5748


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