240 MANUEL ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍS Los bombardeos continúan durante los siguientes días. Nueva salida de los cantonales valencianos y aproximación de las fuerzas del gobierno hasta unos 300 metros de las defensas de Valencia Durante la noche del 2 al 3 de agosto, Martínez Campos ordenó modificar el emplazamiento de las baterías de sitio, que quedaron situadas a unos 2.400 metros de Cuarte de Mislata. La primera batería estaba compuesta por dos cañones de 12 cm y un mortero, y en la segunda, situada en una posición más alta, se instalaron dos cañones de 12 cm y una pieza Krupp, y, tras su reubicación, ambas rompieron el fuego a primeras horas del día 3. Con esta nueva aproximación a la ciudad de Valencia, Martínez Campos podía realizar ya un bombardeo más efectivo y certero sobre sus defensas, aunque él mismo reconoció en sus escritos de aquellos días, que, de haber contado con artilleros experimentados, no hubiera optado por el uso de artillería de sitio con morteros, sino que hubiera realizado un bombardeo selectivo con tan solo una quincena de piezas Krupp, que hubieran podido concentrar sus disparos en un solo punto de las defensas, para “callar todos sus fuegos” y proceder, posteriormente, al asalto con la infantería (algo parecido a como procedió el general Manuel Pavía en la ciudad de Sevilla, pocos días antes). Aunque, como reconocía el propio Martínez Campos, debido a la falta de expertos artilleros y al “espíritu de las tropas, que por desgracia no era el más levantado, tuve que recurrir al bombardeo y a la detención, tomando un término medio entre el sitio verdadero y el que estoy llevando a cabo, no abro paralelas, no hago más que levantar parapetos para cubrir las baterías y adelantarlas cada dos días”. Pero la realidad era la que era, y, además, y ante el rápido consumo de una buena parte de la munición de proyectiles de artillería de que disponía, Martínez Campos tuvo que solicitar ese mismo día del gobierno el rápido envío de “dos mil bombas, dos mil granadas de a 12 cm y 2.000 para Krupp”, insistiéndole, nuevamente, de que carecía de “oficiales facultativos de artillería”, por lo que había tenido que separar del servicio a los que no tenían la suficiente experiencia, “(…) y con los que tan mal servidas están las piezas (…) y echar mano de los que existen en los Cuerpos y que pertenecieron a la antigua escala práctica de dicha arma” (se refería a los del Arma de Artillería, disuelta en enero de 1873, durante los últimos días del reinado de Amadeo de Saboya, como consecuencia del contencioso del general Hidalgo). A este respecto, Martínez Campos llegaría a decir en sus escritos de estos días, que “(…) el poner bombas en el cuello de la levita (se refiere a la insignia del Cuerpo de Artillería) no hace artilleros, y para esto es necesario el estudio y las escuelas prácticas”. Revista de Historia Militar, 125 (2019), pp. 240-264. ISSN: 0482-5748
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