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para distintas compañías, pero no me gustaba lo que hacía. No me sentía satisfecho. Así que terminé juntándome con malas compañías y tomando las peores decisiones, lo que me llevó a cometer grandes errores. Digamos que empecé a transportar lo que no debía… Algo de lo que por supuesto no estoy nada orgulloso. Y me pillaron. En 1982 fui apresado por la corbeta de la clase Descubierta “Vencedora” en una operación conjunta con el Servicio de Vigilancia Fiscal y Aduanas. Entonces se me vino el mundo encima. Abandonado por todos, fui sacado a subasta y, para mi sorpresa, me adquirió el Ministerio de Defensa. ¿Qué pensaban hacer conmigo? Debo confesar que incluso llegué a temer que me quisieran utilizar como blanco en las prácticas de tiro. Pero nada más lejos de la realidad. Después de una completa rehabilitación, entré en servicio activo en la Armada Española el 23 de noviembre de 1983, convirtiéndome en el transporte ligero “Contramaestre Casado” (A-01) y recibiendo la bandera de combate el 22 de julio de 1985. ¡Mi sueño se había cumplido! Alistado bajo nombre supuesto se me ofrecía una oportunidad para olvidar y redimirme. Desde entonces he servido a España haciendo todos los trabajos: transportando personas y materiales, participando en ejercicios y simulacros de todo tipo, haciendo convoyes… En defi nitiva, siempre estoy dispuesto a trabajar en lo que me manden… Pero si hay algo que vivo con especial emoción es el reencontrarme con vosotros cada año para llevaros a Málaga en Semana Santa. Sabéis que para mí no hay más alto honor, pues desde el primer momen- Sabías que...<< to me sentí totalmente identifi cado con vuestro Credo. A fi n de cuentas, no fue casual la elección de mi nombre, pues lo llevo en honor del contramaestre D. José Casado Ferreiro que, en el combate naval de Santiago de Cuba que tuvo lugar el 3 de julio de 1898, arriesgó heroicamente su vida para cumplir “con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo”. Veréis, todo sucedió cuando el crucero acorazado “Infanta María Teresa”, debido a los daños sufridos en el combate, tuvo que ser abandonado por su tripulación, la cual se puso a salvo ganando la costa cercana. Entonces, cuando se pensaba que ya no quedaba nadie a bordo, se oyeron los gritos desesperados de un marinero gravemente herido pidiendo socorro, que seguramente había sido dejado en el barco tras ser dado por muerto por sus compañeros. En ese momento, cuando las llamas alcanzaban la altura de las chimeneas y los proyectiles estallaban por doquier, todos escucharon al contramaestre Casado decir en voz alta: “¡Yo no dejo morir a ese hombre!”. Acto seguido, con total desprecio por su vida, se lanzó al mar, llegó nadando hasta el buque envuelto en llamas, rescató al desdichado marinero y lo llevó hasta tierra fi rme. Una acción heroica, tan propia de un militar español, que ofrece un nombre muy adecuado para un barco con espíritu legionario. Solo me queda desearos todo lo mejor y deciros que estoy contando los días para llevaros el próximo Jueves Santo a Málaga, donde os espera el Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Hasta entonces, recibid un fuerte abrazo legionario de un viejo lobo de mar. 546 · I-2019 49 La Legión


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