Desembarco de un batallón expedicionario en Manila en 1896
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LA INSURRECCIÓN ARMADA
Y LA EXTENSIÓN DEL
MOVIMIENTO SEPARATISTA
En el preámbulo del movimiento revolucionario
en Filipinas se encuentra
la evolución de un pensamiento
nacionalista que surgió de una élite
económica, social y cultural, una
burguesía colonial generada por la
agricultura de exportación y la liberalización
del comercio, educada en
los colegios de Filipinas y en universidades
peninsulares, así como
la creación de asociaciones tanto
en España como en Filipinas vinculadas
con la masonería. En España,
la Asociación Hispano-Filipina, fundada
en julio de 1888, compuesta
por filipinos residentes en Madrid, y
en Filipinas La Liga Filipina, bajo el
liderazgo de José Rizal, fundada en
junio de 1892, promulgaban la equiparación
de derechos y obligaciones
a las provincias peninsulares, así
como las necesarias reformas en la
agricultura y el comercio.
La falta de avance acabó en una
sectorización ideológica que dio
lugar a la creación de sociedades
secretas de índole separatista que
llevarían a la creación de la Soberana
y Venerable Asociación de los Hijos
del Pueblo, también conocida como
el Katipunan.
Tal situación generó un clima marcado
por frecuentes rebeliones: la aniquilación
de un contingente español
en Río Grande (Mindanao), el levantamiento
de Cavite (Luzón) en 1872,
que afectó a las provincias de Nueva
Écija, Batangas y Bataan, la inestabilidad
en el archipiélago de Sulú en
1897 y la rebelión generalizada en
Mindanao 1886.
La falta de
avances sociales
en Filipinas
dio lugar a la
creación de
sociedades
secretas
de índole
separatista
El estallido de la insurrección tiene
lugar el 29 de agosto de 1896 bajo
la dirección del Katipunan y su líder,
Andrés Bonifacio, mediante un ataque
coordinado sobre la capital, Manila,
y sincronizado con los cabecillas
de distintas provincias y localidades.
El grito que les unificaría fue «¡Viva
Filpinas! ¡Viva el Katipunan!», conocido
como el grito de Balintawak.
En este momento el grueso de las
fuerzas militares en Filipinas, hasta
cuatro regimientos de infantería, se
encontraba en la isla de Mindanao.
La capital contaba con efectivos del
batallón de artillería de plaza, un escuadrón
de caballería, ingenieros y
guardia civil, unos efectivos inferiores
a 500 hombres, lo que supuso, ante la
gravedad del levantamiento, el alistamiento
de un batallón de voluntarios y
unidades provisionales.
Ante la gravedad del levantamiento y
su rápida extensión en las diferentes
provincias de Luzón, el 30 de agosto
el gobernador general, el capitán general
Ramón Blanco y Erenas, declara
el estado de guerra. Los refuerzos
procedentes de la isla de Mindanao
llegados a principios de septiembre
permitieron retomar cierto control
de la situación, ciñéndose la actividad
rebelde a las provincias de Cavite
y Manila y lindes fronterizos. Los
refuerzos solicitados a España, tras
embarcar 6000 efectivos entre el 3 y
6 de septiembre que llegaron un mes
más tarde a Manila, son empleados