TeMaS PROFeSiOnaLeS
finalizó en el año 445 a. de C. en unas condiciones que equivalían a la aceptación
espartana del imperio marítimo de Atenas y a la renuncia por parte de
esta de su imperio continental.
La estrategia de Pericles iba a sobrevivir a la espartana de saqueos a tierra,
realizando incursiones desde el mar contra los intereses costeros más vulnerables
de Esparta. Un contemporáneo de estos acontecimientos expresó así la
idea dominante: «Una potencia que predomina en la mar puede hacer ciertas
cosas que una potencia terrestre no puede hacer, como, por ejemplo, saquear
el territorio de alguien más fuerte, puesto que siempre es posible costear hasta
cierto lugar, en donde no haya fuerzas hostiles a las que hacer frente o únicamente
una pequeña parte de ellas» (1).
Pericles ha sido muy atacado a lo largo de la historia por ceñirse a una
estrategia de presión periférica que no consiguió producir daños de intensidad
decisiva a Esparta y a sus aliados. En otras palabras, había diseñado una estrategia
para que Atenas no perdiera, pero no para que ganara.
A partir de 427 a. de C. la política de Atenas dirigida por Cleón cambió a
favor de una ofensiva en contra de los recursos e intereses espartanos. Su
estrategia era la de conquistar y retener, o bien amenazar, los intereses
espartanos alejados del Ática, desviando así su poder terrestre para evitar
que pudiera invadir a voluntad el territorio ateniense. En principio la nueva
teoría parecía buena y llevó a creer a los atenienses que podían competir en
tierra, además de por mar, lo que produjo un sobredimensionamiento en
tierra y un estancamiento que crearía las condiciones para la Paz de Nicias.
En 415 a. de C., Atenas despachó una gran fuerza para someter a Siracusa
y pasar a dominar toda Sicilia, que se perdería en su totalidad en el año 413.
Que una poderosa flota de la mejor armada del mundo permitiese que la
bloquearan y, eventualmente, derrotasen en las confinadas aguas del puerto de
Siracusa era un resultado impensable para el enemigo. Parece ser que los siracusianos,
basándose en lo hecho anteriormente por los corintios, reforzaron el
tajamar en la proa de sus buques, una decisión que les dio una ventaja crucial
sobre los atenienses en el enfrentamiento proa con proa a que obligaban las
cerradas aguas al puerto de Siracusa.
Estimulados por esta derrota, los persas dieron a Esparta el dinero necesario
para construir y reconstruir varias veces una flota capaz de desafiar el
dominio de Atenas en el mar, cuyo centro de gravedad estratégico era el suministro
marítimo de grano desde Crimea; así que Esparta perseveró en disputar
el tránsito de grano ateniense por el desfiladero marítimo de los Dardanelos,
el punto focal, hasta que finalmente, en 405 a. de C., fue capturada la última
flota de Atenas.
(1) Pseudo-xenophon, citado en SCOTT FERGUSON, William: Greek imperialism. Houghton
Mifflin, Boston 1913.
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