en la ubicación del antiguo Banco de las
Quebrantas, de importancia capital para
abocar la entrada. También es chocante que
en la Segunda Carta las sondas se interrumpan
a partir del castillo de San Martín, mientras
que en la Primera continúan hasta el
fondo de la bahía, en lo que se supone es
Astillero: de ser la Segunda una copia de la
Primera, en modo alguno se habría omitido
esta información.
La Segunda Carta también contiene información
sobre la altura de las mareas muertas
(la Primera solo informa de las vivas), incluye
algún castillo adicional y, sobre todo, da el
«chivatazo» de donde podían estar reparando
los buques supervivientes de la «Invencible».
Así, en el punto exacto donde se ubicaría el
futuro Astillero de Navíos de Guarnizo hay
una leyenda que dice «The place where the
ships be bilded», un notable logro de inteligencia
si se considera que allí solo existía un
astillero militar desde 1582; con todo, el
canal de acceso a esta zona (el actual canal de
Astillero) está reflejado de modo casi imaginario,
como en la Primera Carta, sugiriendo
que el «informante» tuvo problemas para
alcanzar la «cueva del tesoro» por mar. Para
terminar, un cotilleo: la misma página que
rotula erróneamente esta carta como «Manuscript
map showing the town La Coruña»,
informa que se trata de un mapa doble, pero
no identifica el otro con claridad ni lo aporta;
por suerte la tinta ha trasparentado el papel en
algunos lugares, y un discreto «espionaje»
permite confirmar que, como sí indica el
catálogo, corresponde a las rías de Coruña, y
Ferrol. Está claro que, en un error afortunado
(al menos para los santanderinos), la Biblioteca
del Congreso ha «expuesto» el lado equivocado
del papel; ahora, coruñeses y ferrolanos
podrán solicitar que se exponga su lado
«correcto».
Más allá de su relevancia local, considero
probable que las dos cartas de Santander se
encuentren entre las más antiguas que se
conservan levantadas con carácter específico
para un puerto español y dotadas de sondas;
«a bote pronto» no recuerdo haber visto
ninguna anterior de estas características (lo
que, obviamente, no excluye que existan,
porque seguramente existieron), y el atlas de
referencia contemporáneo (Waghenaer, 1584)
recoge cartas costeras muy detalladas de
nuestra fachada atlántica, pero sin portulanos
específicos de sus puertos ni un grado comparable
de precisión. Si algún compañero desea
estas cartas en alta resolución y tiene dificultad
para conseguirlas, solo tiene que pedírmelas:
sigo en: ljartor@gmail.com
Luis JAR TORRE
CULTURa naVaL
1022 Junio