TeMaS GeneRaLeS
A partir de 1834, España inicia la adquisición en el exterior (en Inglaterra,
principalmente) de buques de vapor (calderas cilíndricas (2), rueda de paletas
y balancines laterales) con fines militares (3). Casi en su totalidad venían con
maquinistas extranjeros contratados, de modesta extracción social en correspondencia
con los puestos de trabajo de origen (operarios de los talleres de
maquinaria de las propias empresas constructoras/vendedoras). Conscientes
del erial del saber imperante en el campo de la técnica en la ciudadanía española
de esa época, no deben extrañarnos en demasía los aires de superioridad
y la acentuada reserva que mostraban para transmitir sus conocimientos profesionales
a los pocos aprendices autóctonos disponibles, aparte de los elevados
emolumentos asignados (4).
La frecuente indisciplina de los foráneos, si no deslealtad, ante situaciones
conflictivas, unida a las primeras construcciones y al armamento de buques de
guerra a vapor en los astilleros nacionales a mediados de este siglo xIx, propiciaron
la necesidad de buscar un relevo institucional con maquinistas nacionales
y un «establecimiento de instrucción».
Una convulsa progresión: de 1850 a 1915
Abierto el debate formal por voces autorizadas y tras consultarse a la Academia
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, por Real Decreto de 22 de mayo
de 1850 se creó y reglamentó el Cuerpo de Maquinistas de Vapor y la consiguiente
Escuela Especial, en principio instalada en el antiguo Cuartel de Guardiamarinas
de Ferrol (situado frente a las gradas del astillero, en el espacio
conocido como Cuadro de Esteiro). Era fácil de imaginar la potencialidad que
albergaba el nuevo Cuerpo, nacido de los avances tecnológicos y la industria
afín a la construcción naval en general. Pero las mil y una dificultades y trabas
surgidas para el adecuado encaje del Cuerpo en los distintos ámbitos de la
Armada (social, orgánico, profesional y militar) frenaron una evolución que
diera plenitud y satisfacción de todo orden a sus componentes.
entre 1850 y 1851, se fabricaron los primeros vapores de guerra en el
Real astillero de esteiro: los Jorge Juan, Narváez y Alsedo, con casco de
madera, maquinaria inglesa y rueda de paletas. Coinciden en el tiempo con
cuatro grandes vapores gemelos, adquiridos a inglaterra.
(2) Factibles de explosionar dada la utilización de aguas duras, sin tratamientos, e incluso
agua de mar en casos de premura o urgencia.
(3) Vapor isabel ii (ex-Royal William), aparejado de goleta. Adquirido en Canadá. Participó
en Primera Guerra Carlista.
(4) La R. O. de 20 de septiembre de 1848 corrigió esta cuestión, siendo ministro de Marina
el marqués de Molins.
2019 853