TeMaS PROFeSiOnaLeS
— La percepción de las élites rusas —que a su vez transmiten a su sociedad—
de estar inmersas en un conflicto comenzado por estados
Unidos y sus aliados. Rusia no sería por tanto la agresora, sino la
víctima, la «fortaleza asediada», que se defiende legítimamente
mediante estrategias del conflicto en la zona gris. Según algunos autores
(Solovey, 2019; Bugayova, 2019: 12-14), en el caso de Putin y sus
colaboradores esta visión se agudiza por el pasado de varios de ellos
en los servicios de inteligencia, que les lleva a ver conspiraciones
norteamericanas contra el régimen o contra intereses vitales rusos
donde quizás no existan. A la vez, conviene recordar que la mal llamada
«doctrina Gerasimov» proviene de un análisis que realizó el jefe
del Estado Mayor General, Valery Gerasimov, sobre el entorno estratégico
y las implicaciones que se derivaban de él para las Fuerzas
Armadas rusas, con una atención particular a las revueltas árabes, las
«revoluciones de los colores» y otras supuestas estrategias multidimensionales
empleadas por Occidente contra los regímenes aliados de
Moscú en Georgia (2003), Ucrania (2004) y Kirguistán (2005). A
partir de ahí se articularía la respuesta rusa, que básicamente consiste
en defenderse de nuevas agresiones con estrategias similares (Gerasimov,
2013; Kofman, 2016a; Galeoti, 2018).
— Los dirigentes rusos consideran su país una gran potencia que debe
ser tenida en cuenta en las grandes decisiones internacionales, pero a
la vez son conscientes de la debilidad de Rusia en comparación con
Occidente. Esta dicotomía identitaria agudiza su percepción de inseguridad
(Morales, 2018). Por un lado, la economía rusa sigue dependiendo
en exceso de las exportaciones de hidrocarburos, y su tejido
industrial y tecnológico se encuentra en desventaja frente a los competidores
norteamericanos, chinos o europeos. De hecho, la creciente
asertividad de la acción exterior de Rusia se ha sostenido en los elevados
precios del petróleo entre 1999 y 2014 (Giles, 2016: 4), lo que
permitió que el presupuesto de Defensa prácticamente se duplicase en
el período 2005-2015 (Oxenstierna, 2016: 133). Por otra parte, aunque
en los últimos años ha aumentado la tasa de fertilidad y disminuido el
número de muertes en edad joven, el país sigue afrontando desafíos
demográficos que afectarán tanto a su economía como a la disponibilidad
de recursos humanos para sus Fuerzas Armadas. El crecimiento se
espera mayoritariamente en las áreas urbanas, cuyos jóvenes están
menos predispuestos a servir en las Fuerzas Armadas en comparación
con los de áreas rurales donde el crecimiento demográfico es
menor. Lo cual explica la apertura del reclutamiento a extranjeros,
provenientes en su mayoría de países de Asia Central pertenecientes
a la Comunidad de Estados Independientes (Svynarenko, 2016: 76-
82). Aunque el presupuesto de Defensa es hoy elevado —el sexto a
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