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ejercicios estratégicos. Cuando estos tienen lugar al oeste de los
Urales, la cifra que da Moscú suele ser menor de la estimada por
los expertos internacionales; posiblemente con el fin de evitar observadores
oficiales contemplados en los acuerdos de la OSCE. Sin
embargo, cuando tienen lugar al este de los Urales —como los
VOSTOK 2018— el Ministerio de Defensa ruso tiende a inflar la
cifra, transmitiendo una imagen superior a la real y sin tener que sujetarse
por ello a lo estipulado en las medidas de fomento de confianza y
seguridad militar (Johnson, 2018).
Conviene subrayar la cobertura mediática rusa —replicada por medios
occidentales— que amplifica la imagen resolutiva e intimidatoria de Moscú.
A la vez, este conjunto de actuaciones cuenta con el respaldo de la disuasión
militar rusa, tanto nuclear como convencional. El propio general Gerasimov
(2017) ha reconocido que los misiles de largo alcance y alta precisión desplegados
en el Báltico —entre otras regiones— permiten ejercer la disuasión estratégica
sin necesidad de recurrir al armamento nuclear. Una disuasión robusta
proporciona control (teórico) de la escalada en los registros más elevados de
la zona gris, próximos al empleo de la fuerza.
A favor de la disuasión convencional rusa juegan tanto sus capacidades
militares como la geografía, muy singularmente las fuerzas del área de San
Petersburgo y del enclave de Kaliningrado, que pueden generar un A2/AD que
Figura 3. Un SU-24 volando a muy baja altura sobre el destructor USS Donald Cook
en abril de 2016.
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