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Retrato anónimo (1800) de Rosendo Polier, jefe de la expedición y al mando del navío San Telmo, donada al Museo Naval de San Fernando por un descendiente del marino. Obra restaurada ESTE San Telmo, «pintado sobre tabla», es uno de los fondos «preferidos» de la comisaria. «Es una cuestión más bien sentimental», confiesa Vallina. Se trata de una pieza cedida por el Museo Naval de Madrid, aunque está depositada en el de la Torre del Oro de Sevilla. Para la muestra, «lo hemos restaurado aquí. Durante un mes le hemos visto recuperarse poco a poco». Además, la historia de este santo, patrón de los marineros y de Tui (Vigo), es bastante peculiar. Por ejemplo, su nombre era Pedro González, no Telmo; y, aunque fue beatificado en 1254, en realidad, todavía no ha sido canonizado. El San Telmo lideraba la División del Mar del Sur que se dirigía a Lima estado de los buques disponibles. Además, una vez en El Callao, este tendría que relevar al comandante de su apostadero —puerto de la capital peruana—, el brigadier Antonio Vacaro. Finalmente, el elegido fue el brigadier Rosendo Porlier, limeño de cuna. Pero incluso él, y a pesar de aceptar el encargo, tenía dudas. Al despedirse de su amigo el capitán de fragata Francisco Espelius, le dijo: «adiós Francisquito, probablemente hasta la eternidad». En este espacio, hay documentos sobre la División de Mar del Sur, los planos del San Telmo, —navío de 74 cañones, construido en 1788 en Ferrol— un cuadro sobre el patrón de los marineros y se dan a conocer otros nombres propios de la expedición, como el del segundo en el mando, el gaditano (de Tarifa) Joaquín de Toledo. ÚLTIMO CONTACTO También este es el lugar para recordar a las otras naves de la flotilla, las fragatas Prueba y la mercante Primorosa Mariana, para transporte de tropas. Ambas completaron la travesía y dieron noticia de la mala mar hallada en el cabo de Hornos y del último contacto con el San Telmo. Llegaron al Callao a primeros de octubre, separadas por siete días de diferencia. El transporte fue el último en arribar a puerto y, también, el último que mantuvo contacto con su buque insignia. «Informó haberse separado del San Telmo el 2 de septiembre en la latitud 62 grados sur y 70 de longitud, y que este se quedaba con importantes daños, con averías en el timón, la tajamar y la verga mayor», recordó Vallina. El cuarto buque de la expedición, el Alejandro I tampoco completó el viaje. Primero tuvo que retrasar la salida con problemas en el cabestrante mayor y, después, regresar desde el Ecuador. 62 Revista Española de Defensa Julio/Agosto 2019


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