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BARCOS AUXILIARES DE LA REAL ARMADA EN LA GUERRA DEL ASIENTO... tiro de cañón con bala. En este tiempo le descubrí 9 cañones por banda en batería corrida, dos en el alcázar y una mira a proa. »Yo largué mi bandera española, disparando un cañón con bala y a esta señal arribó sobre mí dirigiéndose justo a mi palo mayor, y estando a un tiro de cañón, ciñó el viento, disparándome toda su andanada a medida que iba descubriendo su costado, acompañada con una gran abundancia de fusilería, pues se le estaban viendo en las cofas y alcázar, porción de gente con casacas encarnadas. Y yo, en este tiempo navegaba a lo largo, al tiempo de recibir su carga, metí de LO lo que pude tanto para disparar mis cañones como para abrigar a mi poca gente tumbando el navío, pero acabado de descargar él su carga y yo la mía, me ponía a viento largo continuando mi rumbo como al principio. De este modo me dio tres cargas cerradas de artillería y de fusilería, esta última estaba más bien servida que la primera, dejándoseme sobre para atrás, con la gavia en facha sobre su cuadra de barlovento hasta cargar su artillería que, cargada esta, mareó sus velas y es como hacía siempre, y habiéndome emparejado la cuarta vez conmigo, arribó a medio tiro de fusil o menos y me habló con la bocina en medio español, diciendo que amainase, y al mismo tiempo, había una gran gritería a su bordo que parece decían “Viva el Rey” haciendo ademanes con los sombreros y prolongaron la verga de cebadera amenazándome con el abordaje si no amainaba, y yo respondí con la bocina que fuese a pasear y, al mismo tiempo, metiendo de LO, disparé mi artillería, y volví a arribar a mi rumbo, habiéndome mantenido de LO hasta haber recibido su carga, por abrigar mi gente, como he dicho antes, tumbando un poco el navío. A este tiempo marcó él su mayor (porque yo con la arribada, me había adelantado algo) y, cuando se puso igual conmigo, se me ocurrió que con el andar que llevaba, interín (sic) disparaba, se hacía pasar más adelante que yo y que si prontamente viraba a la confusión del humo de su artillería, le ganaría el viento. Hícelo así y conseguí el fin, pues cuando yo marché del otro bordo orzando cuanto podía, se quedó él por sotavento como a medio tiro de fusil, pues aunque viró como yo, reparó tarde y con la haciada que llevaba, perdió el barlovento. En este tiempo, largó todo su aparejo, orzando cuanto podía, disparándome conforme me iba alcanzando por mi sotavento. Y estando tanto avante conmigo en una guiñada que metió de LO se le fue al agua el mastelero de velacho, habiéndole faltado por cerca de la boca del arco y esta felicidad debió de proceder de algún cañonazo que le dimos en aquel paraje, pues el viento era bonancible de juanetes. En este tiempo le di una arribada para descubrir mejor mi costado de sotavento y le disparé mi artillería por despedida, volví a ceñir el viento y proseguí mi bordo de afuera de modo que, al poner el sol, se mantenía él por mi popa como cosa de dos leguas, pero siempre quedaba ciñendo el viento y yo proseguí mi bordo de afuera hasta las 10 de la noche, que se puso la luna hacia esta hora, viré de bordo en vuelta de tierra a fin de hallarme al amanecer en paraje de tomar el puerto de Camariñas (respecto de estar el viento contrario para ir al del Ferrol) tanto por remediarme del daño que había recibido como recelándome de la fragata enemiga que, manteniéndome mucho tiempo en el mar, le pudiera dar Año 2019 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 71


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