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HIISTORIIA PARACAIIDIISTA de la Muerte ya estaban entre ellos repartiendo sablazos. Los batallones fueron empujados uno sobre otro, rompiéndose, no quedando más salida a sus componentes que buscar la salvación en la velocidad de la huida. Los 200 del Lusitania los persiguieron hasta el pie de las murallas, desde donde volvieron grupas atacando por detrás al centro enemigo, salvando de este modo a las Guardias Reales. La acción de ambas unidades permitió que el resto de nuestros soldados reaccionaran. Avergonzados y estimulados por el ejemplo de nuestros dragones, formaron y se sumaron al ataque, justo cuando los imperiales comenzaban a retirarse, lo que hizo que se desbarataran debiendo retroceder más rápido. El «Lusitania», aunque no quedaban fuerzas ni a hombres ni a bestias, se sumó a las tropas que ya perseguían al enemigo en retirada. Cuando todo terminó, la mayoría se dejaron caer de los caballos, apenas tenían aliento ni para desmontar, estando los nobles brutos tan deshechos, que iban cubiertos completamente de costras blancas de sudor». Durante la persecución se capturaron dos banderas del Regimiento de Infantería de Fold. Según la costumbre de la época, se prometió a los dragones que las capturaron; Juan Gil y Tomás Vila, las primeras vacantes de alférez en el Regimiento, pero ambos valientes murieron en combate antes de que se produjeran las mismas. Diezmado el Regimiento por el combate, uno de sus componentes daría la mejor descripción de lo acontecido «con indiscreto tesón, obrando más el valor que la conducta, quisimos siempre mantenernos bajo el fusil de la línea enemiga; fuimos los que más sufrimos». Y un cronista italiano reflejo toda su crudeza con esta frase: «la peninsola di Milazzo non fu per gl’Imperiali un campo, ma un cimitero» (Ricobbene, 1996). RECONOCIMIENTO DE LA ACCIÓN Muchas son las circunstancias que podrían haber alterado el resultado de la batalla; que el «Lusitania» hubiese reforzado el asedio de otra plaza diferente a Milazzo, que no hubiesen pernoctado la noche anterior a la batalla alejados del grueso de las fuerzas propias, que el ímpetu del conde de Pezuela y sus dragones hubiese flaqueado al atravesar la barrera de fuego enemigo, etc. Sin Foto: 72 Foto superior: Representación de San Miguel, patrón del Lusitania tras la batalla de Milazzo, en un antiguo estandarte del «Lusitania» Foto inferior: Conde de Pezuela al frente de su regimiento. En 1720 el regimiento toma el color amarillo para sus uniformes (cuadro de Ferrer-Dalmau)


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