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9 DE RATONES Y HÉROES Quizá el título de este apartado pueda resultar un poco desconcertante, pero para los neurobiólogos no lo es tanto. No obstante, en nuestro caso podemos preguntarnos qué relación puede haber entre un ratón y un héroe. Los estudios de laboratorio han analizado en profundidad la conducta de recuperación de cachorros en ratones hembra. Concretamente, se ha comprobado que cada vez que una cría se separa demasiado de su madre emite un grito ultrasónico de socorro que es captado por aquella (o por alguna otra hembra cercana) y que activa en su sistema nervioso una conducta estereotipada de rescate. Este comportamiento, además, es prácticamente imposible de eliminar, lo que quiere decir que la hembra, independientemente de su parentesco con la cría extraviada, la rescatará una y otra vez siempre que escuche su grito de socorro. En el ámbito neural lo que sucede es que al percibir la solicitud de auxilio la amígdala (que en circunstancias normales llevaría a la hembra a la evitación del estímulo novedoso) queda bloqueada. En su lugar, se activa el sistema dopaminérgico del estriado ventral, una zona del cerebro que la motiva a acercarse activamente al cachorro para auxiliarlo. Los estudios de neurobiología evolutiva evidencian que el diseño del sistema nervioso está altamente conservado en los mamíferos, lo que significa que hay mucha similitud entre especies. Esto ha llevado a los científicos a pensar que, de alguna manera, la conducta exhibida por las ratonas debe tener su equivalencia en otros mamíferos, y de hecho así sucede: entre otras especies, se ha comprobado la existencia de esta conducta de auxilio en simios y humanos, tanto mujeres como hombres (no es difícil imaginar a una persona jugarse la vida para salvar a un bebé de un incendio, aunque el pequeño le sea completamente desconocido). De este modo, extrapolando la forma, función y mecanismos subyacentes de la recuperación de crías a otras conductas de auxilio exhibidas por los seres humanos, podemos empezar a comprender por qué algunas personas son capaces de realizar acciones aparentemente irracionales pero motivadas genuinamente por el deseo de salvar a perfectos desconocidos de un peligro inmediato (lanzándose al río Arlanzón para salvar a un anciano, evitando una agresión machista o enfrentándose en solitario a un grupo de yihadistas en un resort en Mali). Más arriba hemos mencionado la amígdala, uno de los centros emocionales más importantes del cerebro e íntimamente relacionada con el miedo y la conducta de escape. De hecho, cuando detectamos algún peligro la amígdala se activa y ordena al resto del organismo que inicie la huida, incluso antes de que seamos conscientes del peligro. Por ejemplo, ¿alguna vez el lector ha cruzado un paso de cebra y se ha apartado, sobresaltado, antes de ser consciente de que se le venía un coche encima? Pues bien, se ha comprobado que las personas que realizan conductas heroicas tienen una nula activación de la amígdala ante situaciones de peligro. Esto se traduce en que, sencillamente, no sienten miedo en esos contextos. Por ello, algunos han llegado a argumentar que héroes y psicópatas podrían tener importantes aspectos en común, dado que en ambos casos los sujetos muestran puntuaciones altas en un factor de personalidad denominado fearless (intrepidez). Además, se ha observado que, al menos en ciertas ocasiones, personas que han realizado actos heroicos también han llevado a cabo comportamientos antisociales, como robo o tráfico de drogas. Al margen de esto, que no deja de ser una curiosidad, no es ningún secreto que las Fuerzas Armadas fomentan el heroísmo mediante la exaltación del autosacrificio, lo que se hace patente en oraciones como «todo por la patria», «a España servir hasta morir» o «como valientes lucharon y como héroes murieron». Sin duda, entregar la vida por los demás requiere un coraje inquebrantable y la ausencia de miedo o, al menos, la capacidad para actuar a pesar de su presencia. ¿ES DISTINTO EL HEROÍSMO ENTRE MUJERES Y HOMBRES? Históricamente, al igual que sucede en otros ámbitos, el papel de la mujer heroica ha pasado desapercibido. Quizá podamos rememorar algunos nombres de heroínas como Juana de Arco, la santa que guió al ejército francés en la guerra de los Cien Años, o Agustina de Aragón, apodada la Artillera durante la guerra de Independencia. No obstante, debemos hacer un mayor esfuerzo para acordarnos de ellas, en el caso de que al menos nos suenen sus nombres. Esto ha sido denunciado por varias psicólogas en trabajos recientes, donde se indica la existencia de un sesgo cultural que nos lleva a asociar heroísmo con masculinidad. De hecho, como ya explicamos al inicio de este artículo, muchas veces el heroísmo se ha definido como el riesgo voluntario de daño físico o muerte al servicio de una o más personas. El problema de comprender la conducta heroica en estos términos es que lo asociamos a profesiones que tradicionalmente han sido ocupadas, salvo excepciones, únicamente por hombres (como es el caso del Ejército). Así, obviamos la existencia de heroísmo femenino en otras ocupaciones donde también hay riesgo físico, como el voluntariado o Médicos Sin Fronteras. De esta manera, el comportamiento heroico de la mujer ha quedado oscurecido, dado que históricamente no se le ha dado acceso a aquellos contextos en los que el heroísmo suele tener lugar. Si la mujer no podía ocupar el rol de combatiente militar difícilmente podía llevar a cabo acciones heroicas, a pesar de que fuese igualmente capaz. El heroísmo se ha definido como el riesgo voluntario de daño físico o muerte al servicio de una o más personas


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