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V CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES Y ELCANO Como ya apuntamos anteriormente, el Estrecho es una ruta marítima erizada de dificultades, tal como se pone de manifiesto por el número de naufragios habidos en los siglos XVI y XVII y muchos más en el XIX (64 documentados), mientras que en el XVIII no hay constancia, pues, como antes dijimos, apenas se utilizó. La fragata de 36 cañones Santa María de la Cabeza fue el buque elegido para la primera expedición de Córdova. Se trataba de un barco robusto, pero poco maniobrero para internarse por los vericuetos del Estrecho. El segundo de a bordo era el capitán de fragata Fernando de Miera y entre los oficiales destacar a los tenientes de fragata Dionisio Alcalá Galiano y Alejandro Belmonte. El buque, con 277 hombres y con víveres para ocho meses, salió de Cádiz en octubre de 1785 y el 2 de enero siguiente consiguió internarse en el Estrecho, después de un intento fracasado por un fuerte temporal. Aprovecharon los períodos de calma para avanzar y en varias ocasiones se enfrentaron con fuertes vientos y mareas que les empujaban hacia el Atlántico, y la única alternativa para evitarlo era fondear, con el peligro que conllevaba la pérdida de las anclas. En Puerto del Hambre, repararon averías y se hizo aguada. A principios de marzo, aumentaron notablemente los temporales, y a la altura de cabo Lunes, habiendo recorrido buena parte del Estrecho hasta poco más de la mitad oriental y teniendo presente que a partir de ahí se contaba con la buena cartografía de Bougainville, la junta de oficiales decidió el regreso directo a España, y el 18 de marzo, después de muchas dificultades, consiguieron abandonar el Estrecho, entrando en Cádiz el 11 de junio. En un capítulo de la Relación del viaje, bajo el epígrafe «Resolución del problema sobre la navegación que se debe preferir para la Mar del Sur», se hace hincapié en las inmensas dificultades del Estrecho, que también había sido abandonado por ingleses, holandeses y franceses, señalando que «... en 268 años corridos desde su descubrimiento, aún no llegaban a 30 las quillas que con seguridad se sepa han arado sus aguas, estando tantas veces próxima a no salir de ellas» y concluyendo en desaconsejar esa ruta, coincidiendo con tal afirmación con los hermanos pontevedreses García de Nodal y con el inglés Cook, pues para ambos el cabo de Hornos o el estrecho de Le Maire eran menos arriesgados, mientras que el francés Bougainville y el inglés Byron apostaban por el Estrecho durante el verano austral. Para el segundo viaje al Estrecho se eligieron dos barcos de menor porte que la pesada Santa María de la Cabeza: los paquebotes de 16 cañones Santa Casida, bajo el mando de Córdova y con 109 hombres, y Santa Eulalia, con 95 hombres, siendo Miera el comandante. Como oficiales científicos, destacamos al teniente de navío Cosme Damián Churruca y al teniente de fragata Ciriaco de Cevallos. La expedición salió de Cádiz el 5 de octubre de 1788 y a los 70 días de navegación llegaron a las costas patagónicas; en la isla de Reyes, próxima a 400 Agosto-septiembre


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