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V CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES Y ELCANO mediterráneos, a Sicilia y Nápoles, contra los turcos otomanos o contra plazas mediterráneas norteafricanas. La protección al comercio y la navegación, en cambio, fue el motivo principal de las intervenciones navales de la monarquía en el ámbito atlántico, o bien en la ruta desde el estrecho de Gibraltar, a su paso por el SO peninsular, o bien en las rutas de navegación por el Cantábrico y el mar del Norte. A este motivo se añadió, desde el último decenio del siglo XV, la necesidad de organizar viajes por vía marítima de miembros destacados de la familia real, como parte de las intensas relaciones exteriores de la monarquía. Pero las motivaciones mercantiles propiamente dichas dieron lugar a la formación de pocas armadas de protección y las querellas por ataques navales y actos de corso se resolvieron preferentemente por medio de negociaciones y acuerdos diplomáticos, precedidos o acompañados a veces por «guerras privadas», «cartas de marca» y otros actos de corso. Además, los barcos mercantes navegaban «en conserva» y disponían de su propio armamento y, a veces, de escolta armada. Así venía ocurriendo desde los reinados anteriores, a menudo sin relación directa con los enfrentamientos políticomilitares de la segunda fase de la llamada «guerra de los cien años», al contrario de lo que había ocurrido en la primera fase, entre 1350 y 1380, cuando los reyes de Castilla enviaron armadas en apoyo de alguna de las partes contendientes, generalmente Francia desde el Tratado de Toledo de 1368. El control de las nuevas rutas que se abrieron en el Atlántico medio, hasta Guinea y, algo más adelante, hasta América, participó de las dos características mencionadas, la guerrera y la mercantil. Predomina la primera en las expediciones a Guinea de los años 1475-1479 y en las de conquista de las Canarias mayores, entre 1478 y 1496. En cambio, el aspecto mercantil es el que más importa en la navegación a las Indias por aquellos años, tanto de barcos sueltos como en grupo, y el envío de armadas se debe a los proyectos de exploración, conquista y colonización en aquellas tierras pero no a la previsión o desarrollo de enfrentamientos navales con otras potencias europeas. La llamada «armada de Vizcaya», formada desde finales de 1492, fue un caso mixto puesto que, por una parte, su misión fue proteger la ruta Mediterráneo-Atlántico, en especial a la altura del cabo de San Vicente y, por otra, apoyar la política regia en el Atlántico medio en los meses que siguieron al retorno de Cristóbal Colón, en 1493- 1494, y las acciones que se preparaban en relación con el norte de África, hasta que la «armada» se integró en otras mayores con destino a Sicilia y Nápoles, en 1495. Observamos, en resumen, que hubo variedad de motivaciones según los casos, que debemos considerar uno a uno antes de abrir paso a las conclusiones de conjunto. 208 Agosto-septiembre


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