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Revista_Ejercito_942

77 de 60 bajas. Por la noche se procedió a la retirada de los muertos y heridos, que fueron atendidos en el puesto de socorro. Se hicieron dos prisioneros; el día 8, sobre las 3 horas, al parecer inició el enemigo la retirada sobre la cota 552, y transcurrió el día relativamente tranquilo, con algunos tiroteos en el sector de la 11.ª compañía que le causaron al enemigo ciertas bajas y dos prisioneros. El día 9, a las 3,30 horas, recibió la orden de replegarse sobre la cota 348 (Usugun), repliegue que no pudo iniciarse hasta las 5:30 horas.31 En definitiva, el combate relacionado con la emboscada duró hasta bien entrada la noche del día 7 y se dio por finalizado por la compañía legionaria sobre las 3 horas de la madrugada del día 8 de diciembre (coincidiendo con el Día de la Inmaculada, patrona del arma de infantería). De la VI.ª Bandera resultaron heridos por metralla de mortero el capitán Ávalos, los tenientes Margariz y Pareja, el sargento Fernández Bernal y los legionarios Salguero García y Galiardo Expósito, muertos el cornetín legionario Vicente Adartz y el legionario Pérez Mecein, y desaparecido el legionario Antonio Rodríguez. Me relata el entonces cabo Naranjo lo siguiente: «Cuando se hizo de noche pude arrastrarme hasta donde estaba el soldado Oterino y, tirando de él, lo llevé a una zanja que había próxima al camino, diciéndole que no se quejara del dolor porque nos podían descubrir; lo mismo hizo el soldado González Rubián con otro soldado de su pelotón. Sobre las 20 horas, agazapados detrás de una tabaiba, escuchamos ruidos de gente que se acercaba; distinguimos que hablaban español y en medio de la noche me levanté y creo que grité “España, España”. Se trataba de un capitán de la bandera de la Legión y de un legionario que estaban reconociendo el terreno, pues su unidad estaba recogiendo las bajas que encontraba. Mi salida por sorpresa pudo costarme la vida e hizo que el capitán legionario me “echase una bronca”, increpándome por la forma espontánea en que había hecho aparición, ya que podían habernos disparado creyendo que éramos enemigos, pero mi alegría era tan grande que no pude contenerme». Los muertos y heridos del destacamento fueron trasladados al puesto de socorro de la Legión situado en Ait Ben Serif, muy cerca del lugar donde había fallecido el alférez. Me cuenta el entonces teniente Margariz que recuerda que desde el puesto de socorro varios heridos, entre los que él se encontraba, fueron trasladados hasta Usugun y luego al hospital de Sidi Ifni, en una vieja guagua civil (autobús en el argot canario). ¿Cómo pudo llegar ese vehículo hasta ese lugar por el malísimo y estrecho camino que había reparado el día antes el destacamento de zapadores? ¡Pero así sucedió! Por su parte, el cabo 1.º Ruiz Romero, el cabo Naranjo y otros ilesos se incorporaron al amanecer, andando, a su compañía, que estaba en Usugun. Por su parte, el teniente Ripollés se replegó esa noche —pese a las tres heridas recibidas— sobre la cota 646, desde donde fue trasladado al puesto de socorro de la bandera por los legionarios que lo encontraron y se le efectuó la primera cura. Evacuado al día siguiente al hospital militar de Sidi Ifni y trasladado en avión al hospital militar Gómez Ulla de Madrid el 21 de diciembre, fue posteriormente atendido, desde el 4 de enero de 1958, en el hospital militar de Burgos, donde solo veintitrés días más tarde pidió el alta voluntaria sin convalecencia para reincorporarse a su sección de zapadores de Ifni. En el conjunto de la emboscada se produjeron 40 bajas propias: ——En la unidad de zapadores: 3 personas, 2 muertos y 1 herido. ——En la sección de infantería32: 28 personas, 14 muertos y 14 heridos. ——En la 11.a compañía de la VI Bandera de la Legión: 2 muertos, 6 heridos y 1 desaparecido. Con una redacción algo distinta en forma y fondo a lo expuesto anteriormente, el Diario de Operaciones del BI 933, correspondiente al día 7 de diciembre de 1957, señala al «  … cabo 1.º Antonio Ruiz Romero, muy distinguido; cabo Antonio Naranjo León y soldado Jacinto Hidalgo Oterino, muy distinguidos ambos, fueron los últimos en retirarse, así como al soldado Eusebio González Rubián, que a hombros trajo herido al soldado Manuel González López más de 2 kilómetros, y distinguidos los soldados Antonio Arias Derrena y Benito Gallardo Oliva, que no sufrieron heridas. De las bajas se distinguieron heroicamente el alférez don Francisco Rojas Navarrete, que falleció gloriosamente, siéndole concedida póstumamente la Medalla Militar Individual, y los sargentos D. Rafael (no figuran los apellidos pero son López Gil) y don José Núñez Herrera, los cuales con su valor dieron ejemplo y ánimo consiguiendo una acción gloriosa. La sección completa se distinguió heroicamente, por lo cual estima su capitán don José Millán Ruiz, no es preciso destacar a ninguno». Acompaña una relación de muertos y heridos, aunque algunos de estos últimos fallecieron posteriormente a consecuencia de sus graves heridas, por lo que muchos de los datos de bajas que figuran en libros no concuerdan. Ya se ha mencionado que la muerte del alférez Rojas Navarrete tuvo una gran repercusión y fue ampliamente difundida por los medios de comunicación nacionales. Su cadáver fue trasladado el día 16 de diciembre en un avión DC-3 desde Ifni a Las Palmas de Gran Canaria y ese mismo día a Sevilla, donde fue recibido en la base aérea de Tablada por el capitán general de la 2.ª Región Militar don Antonio Castejón y el resto de autoridades civiles y militares. Trasladado desde allí al edificio de la Capitanía General, se efectuó un funeral con asistencia multitudinaria de sevillanos y el féretro partió posteriormente hacia Úbeda —su pueblo natal—, donde se le rindieron honores y se instaló una capilla ardiente en el ayuntamiento, con «guardia de honor», en la que participaron las autoridades civiles y militares de Jaén. Como se ha indicado, al alférez se le concedió la Medalla Militar Individual a propuesta del general gobernador de Ifni, trasladada en escrito del general gobernador militar de Sevilla de fecha 10  de diciembre de  1957, que fue publicada «como confirmación» en el Diario Oficial del Ministerio del Ejército, n.º 279, de 8 de diciembre de 196034. Posteriormente le serían concedidas la Cruz Roja del Mérito Militar y la Medalla de la Campaña del África Occidental Española. Asimismo se concedió la Cruz de Guerra al teniente Ripollés, al cabo 1.º Ruiz Romero, al cabo Antonio Naranjo


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