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Reúne un total de 89 piezas de 23 instituciones nacionales y extranjeras, muchas de ellas coetáneas del singular viaje Así, saldrán al «pacífico» mar de Balboa, que adoptará el adjetivo como nombre. En este punto, la armada de la Especiería tuvo que hacer frente a otro nuevo escenario: aguas desconocidas y, además, lejos de costa alguna, sin saber con exactitud cuando hallarían tierra. Astrolabios, cuadrantes, ampolletas... serán fundamentales en esa navegación, durante la que se extraerán mediciones —como todas las del viaje— que, con la tecnología actual, apenas han cambiado. REVOLUCIÓN CARTOGRÁFICA Esa información de los pilotos de la expedición servirá a la Casa de la Contratación de Sevilla —institución oficial en las relaciones con ultramar— para completar y perfeccionar su mapa modelo llamado «padrón real». De este momento es la carta de 1522 de la India y de las Molucas (Biblioteca Real de Turín), de Nuño García de Toreno, autor de la cartografía del viaje y de los primeros mapas posteriores. Se exhibe al final del viaje, en el espacio Consecuencias: un nuevo Mundo, que también muestra misivas entre Elcano y Carlos I, de quien se expone su retrato de J. Pantoja de la Cruz (Museo del Esta vez, no podrá disfrutar del flamante modelo, ya que nos dejó meses atrás. También se exponen los cuadros homenaje del IV y V centenario de la circunnavegación —de los pintores Elías Salaverría y Augusto Ferrer-Dalmau, respectivamente—, armas de la época... Además, gracias a la tecnología, las escenas etnográficas del mapa de Diego Gutiérrez (1562) cobran vida y una animación recrea la muerte de Magallanes. El óbito no truncó el fin de la empresa, la ruta propia a la Especiería, como registraron sus tres crónicas de primera mano y la del secretario de Carlos I, Transilvano, compilación de todas ellas. La más popular, colorida, con detalles costumbristas y muy del gusto de siglos posteriores, es la de Antonio de Pigaffeta, que «ha servido de guía a esta exposición junto al relato, más estricto y náutico, con miras a marcar el camino a posteriores expediciones del piloto Francisco Albo», indicó Moreno. Una parada recomendable más es el diario audiovisual del propio Elcano que se proyecta, nada más y nada menos que en una cúpula geodésica. Esther P. Martínez Fotos: Hélène Gicquel Prado) y el Planisferio Salviati (1525), atribuido al citado Toreno, llegado de Florencia y una de las piezas favoritas de José María Moreno. Estos mapas y el ya citado Kunstmann reflejan el antes y el después de la vuelta al mundo, por ello están entre los fondos más significativos de la exposición, que reúne un importante número de objetos del siglo XVI, del tiempo del viaje. LA NAO DE LA VICTORIA Sobresale, asimismo, el modelo de la Victoria hecho para la muestra y que, según la previsión avanzada por Moreno, pasará a formar parte de la colección permanente del museo, ahora cerrado por reforma. Esas obras han trasladado el acceso de Fuimos los primeros a la calle Montalbán, puerta principal del Cuartel General de la Armada, lo que permite contemplar su espectacular escalera. La nao en la que Elcano pulverizó la Historia está abierta por uno sus lados para mostrar como era la navegación de la época, los víveres que llevaban, su colocación... Se trata de un proyecto liderado por el ingeniero naval Francisco Fernández, quien ya recuperó a la fragata Mercedes (RED número. 308). Monstruos marinos y terrestres que «vivían» más allá del mundo conocido. Modelos y datos básicos de las cinco naos de la armada de la Especiería. 60 Revista Española de Defensa Octubre 2019


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