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ción de la flota de indias o de las colonias americanas, tal y como se desprende de este documento: «el comandante general de Marina del apostadero de la habana pide 151 hombres de mar de matrícula europea para el completo que necesita el apostadero de la habana y manifiesta las razones en que está fundada la reclamación. el número de plazas que necesita este apostadero para cubrir sus atenciones en la actualidad es de 1088, de los cuales 555 son naturales de esta ysla y la de Puerto rico y de sus matriculas, que a decir que la mitad es de esta clase, agreguese a este número 24 levas de todas partes, de que resulta que solo son 292 los matriculados europeos. si la experiencia no nos hubiese puesto de manifiesto en tiempos pasados lo que se arriesga en estos países al confiar las armas a los naturales, lo que me propongo sería acaso infundado…» estaba firmado por el «comandante general de Marina del apostadero de la habana» e iba dirigido al «esc.mo (sic) s.or secretario de estado y del despacho de Marina», el 30 de julio de 18365. el alistamiento otorgaba varios privilegios, el principal de los cuales era que solo podían dedicarse a las tareas marineras aquellas personas inscritas en la Matrícula de Mar, quedando excluidos de ellas los denominados «terrestres», llamados así porque, teniendo como ocupación fundamental la tierra, alternaban estas tareas con la pesca desde tierra, el marisqueo, etc. Por otra parte, los hombres de mar se liberaban de tener que cumplir el servicio militar en el ejército o de pagar cualquier impuesto sobre la pesca, banastería…, e incluso quedaban exentos del deber de albergar a las tropas militares que se hubieran instalado en la localidad de turno, permanentemente o de paso. Parece ser que, en un principio, el ministro de Marina Valdés efectuó una buena labor de captación de hombres, éxito que, ayudado por los decretos de libre comercio con américa, supuso una inyección de hombres en la Matrícula, que pasó de 40.000 matriculados el 1780 a 75.470 en 17926. en este sentido, el intendente general del reino de galicia se dirigía a todos los ayuntamientos al amparo de la capitanía de Marina de betanzos, añadidos todos los de lugo y ortegal, y les hacía saber que, por orden de s.M., los mozos matriculados no deberían empadronarse en las listas de reemplazo del ejército de tierra, en virtud de los privilegios que otorgaba la Matrícula de Mar7. aun así, todo indica que los resultados distaron de ser los esperados porque, en definitiva, los hombres de mar no consideraron tan atractivos los privilegios enunciados, puesto que el servicio en los «bageles de su Magestad » suponía el abandono de las actividades piscatorias y marítimas, y limita- (5) archivo general de la Marina don álvaro de bazán (agMab), 1836, leg. 79, doc. 95. (6) alFonso Mola, Marina: «la armada real del siglo XViii. el telar de Penélope», en Crepúsculo naval español. Trafalgar, Url www.educa.madrid.org/web/.../ la%20aventura%20de%20la%20historia%2084.pdf. consultado el 26 de marzo de 2017, a las 19:50. (7) arquivo histórico Municipal de ortigueira (ahMo), legajos de Fomento Marítimo, t. i-iV, doc. de 8 de agosto de 1801. 14 sUPleMento n.º 30 a la reVista de historia naVal. núm. 146


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