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JOSÉ ANTONIO TOJO RAMALLO tres individuos de 59, 46 y 38 años, respectivamente– a duras penas alcanzaba los veinticinco años (24,9%)89. El 20 de septiembre, tras un viaje sin novedad en el curso del cual, lejos de tener que lamentar baja alguna, más de la mitad de los enfermos experimentaron una notable mejoría, el City of Rome echaba anclas frente a Santander, a cierta distancia de la ensenada del Sardinero, en espera de la preceptiva inspección sanitaria. En España, hacía días que el Gobierno trataba de minimizar el impacto que la llegada de estos hombres, símbolo de la derrota naval de Santiago de Cuba, pudiera tener en la sociedad en general y entre los militares en particular. Los trabajadores de los astilleros de Bilbao, donde habían sido construidos los cruceros Infanta M.ª Teresa, Almirante Oquendo y Vizcaya, tenían pensado asistir en bloque a recibirlos y manifestarse a continuación por las calles de la localidad. Y muchos oficiales de la Armada habían expresado también su deseo de acudir a Santander. La mayor preocupación por parte del Gobierno era que la situación se le escapase de las manos y se produjeran desórdenes. Para evitarlo, por acuerdo del Consejo de Ministros se desautorizó sutilmente a buena parte de los mandos en los acuartelamientos a acudir al recibimiento90, y se enviaron comunicados a las autoridades civiles y militares de la villa para la adopción de medidas extraordinarias en caso de manifestación o revuelta91. La prensa también fue silenciada. En cierta medida se censuraría a sí misma, arrepentida de las arengas y soflamas irresponsables vertidas en el pasado. Muy pocos diarios publicaron la noticia, limitándose la mayoría a incluirla en forma de escueta reseña en páginas secundarias. No había nada que celebrar. Desde el 23 de agosto, y con una periodicidad prácticamente semanal, estaban llegando a La Coruña, Vigo y Santander barcos con repatriados procedentes de Cuba. Antes del arribo del City of Rome, a primeros de mes atracaría en el Sardinero el vapor Covadonga, con 2.296 hombres a bordo –un millar de ellos enfermos–; el día 6 lo haría el Patricio de Satrústegui, con 2.519, y el 13, el Colón, del que desembarcaron 1.775 soldados. El dantesco espectáculo no había hecho más que comenzar92. Así las cosas, la delegación militar que finalmente acude a recibir a sus camaradas es muy pequeña. De Cádiz se desplazan doce mandos, y de Carta- (89) Elaboración propia, basada en distintas fuentes, incluyendo datos facilitados por la asociación Regreso con Honor (véase cuadro, pág. ). (90) «… el viaje no tiene ni puede tener carácter de manifestación, según el Gobierno, porque no se puede consentir la de ningún cuerpo armado, y en las presentes circunstancias menos por hallarse suspendidas las garantías…». El Correo Militar, 20 de septiembre de 1898, p. 3. (91) «… se comunicarán instrucciones á las autoridades de Santander para que adopten las medidas de previsión y de represión, en su caso, que las circunstancias aconsejen». El Correo Español, 20 de septiembre de 1898, p. 1. (92) El arribo de buques con repatriados no concluirá hasta el 30 de abril de 1899, tras la llegada a Cádiz del vapor Méjico con los últimos 211 españoles procedentes de Cuba. 32 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 146


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