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ENRIQUE TAPIAS HERRERO chosa de contrabando no se rendía, podía entonces abordarse y declararse luego buena presa. Al navío apresado se le cerraban las escotillas para llevarlo hasta un puerto español, que solía ser aquel de donde procedía el corsario, a menos que estuviese muy alejado. En caso de que el buque enemigo hubiera quedado inutilizado, se pasaban sus mercancías al buque corsario, en presencia de dos oficiales. Teóricamente, el botín no podía repartirse, ocultarse ni venderse, pues había que entregarlo al intendente o subdelegado del puerto para que diligenciase el proceso correspondiente. El capitán corsario debía rendir un informe, anotando el día, hora y paraje donde había ocurrido el apresamiento, detallando si el capitán enemigo había rehusado arriar las velas al recibir el aviso, si se le había enfrentado y bajo qué bandera, etc. El intendente procedía a examinar la mercancía capturada, comprobando si había bienes pertenecientes a españoles o a súbditos de países amigos, en cuyo caso debía restituírselos, y luego, si procedía, la declaraba buena presa34. La mercancía se vendía en pública subasta, al igual que el buque y el armamento. El dinero recaudado se depositaba por un tiempo, en espera de que surgieran posibles reclamaciones. Finalmente, se procedía a entregar su parte de la presa a los corsarios. Estos debían pagar a la Corona los derechos por las ventas, como cualquier particular. El procedimiento era muy lento, y los armadores se quejaron continuamente. Conclusión La actividad corsaria española, que no ha sido suficientemente investigada, fue esencial en aguas del Caribe, ya que la debilidad de la marina de guerra durante amplios periodos no permitió dar protección a los numerosos enclaves españoles ni al tráfico mercantil nacional; fue un corso claramente defensivo. Las autoridades locales jugaron un doble papel pues, mientras que la mayoría concedían patentes de corso para proteger sus costas del acoso de piratas y fuerzas enemigas, así como del contrabando, otras no solo no luchaban contra el comercio ilegal, sino que colaboraban en sus operaciones para lucrarse, y no fueron pocos los condenados por prácticas fraudulentas35. Patiño impulsó la represión del contrabando, lo que incrementó la tensión en la zona y provocó la Guerra del Asiento con Gran Bretaña. Durante el conflicto bélico se produjo una de las derrotas británicas más importantes de la historia, al fracasar Vernon en su tentativa de conquista de Cartagena de Indias, llave del mercado con Sudamérica. En cualquier caso, tras la destrucción de Portobelo, apenas defendida, se suprimieron las flotas a Tierra Firme, mientras que, ante el inte- (34) AHN, Diversos-Colecciones, leg. 30, n.ºs 6, 8 y 12, normas de Felipe V sobre el corso y las malas presas; AGI, Consulados, leg. 52, ordenanzas de 1778 prescribiendo las reglas con que se ha de hacer el corso de particulares contra enemigos de la Corona. (35) AGI, Contratación, leg. 5102, Carta del general López Pintado a Patiño explicando lo sucedido con los oficiales reales y el gobernador de Cartagena; TAPIAS HERRERO, pp. 254-255. 52 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 146


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