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VIVIDO Y CONTADO tenido a su cargo; y decía que, después de esto no había situación, por difícil o rara que se presentase, que le pudiese echar para atrás. El tiempo y las circunstancias fueron diluyendo la relación; pero aquel «cura paisano» dejó en nosotros un grato recuerdo de su buen hacer y empatía en el relativamente poco tiempo en que fuimos sus «parroquianos» por haber sabido estar en la línea y a la altura de los mejores de aquellos otros capellanes castrenses de los que también fuimos —en muchas otras veces, lugares y ocasiones— «sus raros, pero que muy raros, parroquianos en tierras de misión». 574 Octubre


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