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Revista_Ejercito_943

Tradicionalmente, los Ingenieros militares veneran a su Santo Patrón en Sevilla 5 advocaciones militares que representan con su ejemplo práctico de vida —recordemos que la ejemplaridad es uno de los valores fundamentales del Ejército— los valores que se buscan en el combatiente. Debido a que el desarrollo del liderazgo es uno de los aspectos prioritarios para el Ejército de Tierra en el horizonte 2035, este estudio busca analizar y extrapolar los rasgos distintivos del exitoso modelo de liderazgo de Fernando III a los conceptos actuales, buscar sus causas y trazar los paralelismos posibles con el estilo y los valores del líder militar que se necesita en la actualidad. ¿POR QUÉ EL REY FERNANDO III FUE UN LÍDER DIFERENTE? ¿FUERON ESAS DIFERENCIAS LAS CAUSAS DE SUS MÚLTIPLES ÉXITOS? Para responder a estas preguntas es importante recurrir a los diplomas reales y documentos legales de la época, más fiables que las crónicas, que tienen un carácter más laudatorio y grandilocuente. Traspasando el mito, y a semejanza del momento actual en que la comunicación efectiva es consustancial al líder, una de las primeras características distintivas de Fernando III fue la de fraguar durante su reinado una tradición historiográfica a modo de «relato favorable», que su hijo y sucesor Alfonso X se encargó de prolongar y magnificar: no puede haber liderazgo sin seguidores, ni seguidores sin lograr influenciar a las personas, ni influencia sin comunicación. De ahí que del conocimiento del rey, de sus actos, nació la confianza y de esta la admiración y el seguimiento de sus súbditos, que llegaron incluso a derivar en veneración popular espontánea desde siglos antes de ser canonizado por la Iglesia. Indagando en las posibles causas diferenciales, veremos en primer lugar que el infante Fernando no estaba predestinado a ser rey, al ser el menor de los hermanos, por lo que no recibió una educación como futuro monarca. JOVEN FORJADO EN LA ADVERSIDAD Y LA INCERTIDUMBRE Los primeros veinte años de vida de Fernando III, tan determinantes en la configuración de la personalidad y destrezas de una persona, se desarrollaron en lo que en la actualidad llamaríamos un entorno VUCA1. Efectivamente, ya el nacimiento atípico de Fernando apuntaba hacia su azarosa trayectoria vital posterior: su sobrenombre de Montesino le viene porque su madre dio a luz en un descampado, en el término zamorano de Peleas de Arriba, en lugar de en un palacio o castillo, como era habitual. Nacido infante de León en junio de 1201, hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla. Sus derechos al trono de León se desvanecieron tres años después, al ser disuelto el matrimonio de sus padres en 1204 por bula del papa Inocencio III2. El nombre de Fernando desaparece de los diplomas reales leoneses y pasa a ser un mero «infante de León» en los documentos castellanos3. Como resultado de esa separación pasa la mayor parte de su infancia lejos de su padre, en Burgos, cuidadosamente educado por su madre, doña Berenguela, que desde la disolución de su matrimonio con Alfonso IX vivía en Castilla al lado de sus padres, los reyes Alfonso VIII y Leonor. Esa desconexión se plasma, según consta en los documentos de la época, en que


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