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los tópicos marinos y no marinos, algunos reconocidos por el director y otros no, pero igual de evidentes. Así, El Hobbit, La guerra de las galaxias, La sirenita, La mujer y el monstruo, seres mitológicos como, Poseidón, Neptuno o el rey Arturo (el protagonista se llama Arthur y tiene que conseguir un tridente en lugar de una espada para convertirse en rey), leyendas como las de la Atlántida, y hasta cuentos como… ¡Pinocho!, todo cabe en un libreto más o menos ordenado. Precisamente, la habilidad de reconducir el guion para lograr una historia suficientemente aceptable es quizás el elemento más destacable de la película, que, ya adelantamos para no preocupar a los incondicionales del género, se encuentra repleta de acción y efectos especiales. El hasta ahora avezado director de películas de terror ha optado por la socorrida estructura lineal estilo Odisea. Es decir, un viaje donde el héroe se enfrentará a sucesivas pruebas, cada cual más peligrosa, incluida la batalla final contra el antagonista que le ha arrebatado el trono (si piensan en El Rey León, acertarán). Por supuesto, contará con la ayuda de la inevitable pareja para lograr el objetivo deseado: la corona. Insisto en considerar un acierto el recurrir a dicha organización argumental, aunque sea sobradamente conocida; solo hay que comparar Aquaman con otros largometrajes de superhéroes —casi todos— cuya principal característica es la estructura de montaña rusa, con fuegos artificiales carentes de guion y de todo sentido. Sin duda, otro de los activos de la cinta descansa en un diseño de producción que navega entre Blade Runner y Avatar, pero que desarrolla su propio estilo cuando propone un fantástico mundo submarino. Con las medusas abisales como principal referencia estética, la imaginación desbordante de los responsables técnicos no parece tener límites. Son decorados espectaculares que se me antojan más justificados que otros proyectos del mismo estilo cuando se amparan en la conocida sentencia que Wan pone en boca de uno de sus personajes: «Tenemos mejores mapas de Marte que del fondo del mar». No le falta razón al realizador de ascendencia malaya: a día de hoy, de los océanos solo se ha explorado un 5 por 100. Si hablamos de los mapas del fondo marino, todavía queda un 80 por 100 sin cartografiar. Si lo comparamos con la exploración espacial nos tropezamos con datos aún más curiosos: doce hombres son los que hasta ahora han pisado la Luna, mientras que solo tres (uno de ellos el director de cine James Cameron) han llegado a lo más profundo del planeta Tierra, es decir a casi 11.000 metros bajo el mar. Fernando DE CEA VELASCO CINE CON LA MAR DE FONDO (Retirado) 798 Noviembre


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