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mente igual, en tanto que los del segundo barco, aunque su pelo es similar al de los otros, difiere por ir ligeramente inclinado hacia atrás. Además, el primero de éste dispara su jabalina contra el hombre del extremo más próximo y enfrentado a él de la canoa anterior. En resumen, el de tierra ataca al primer barco, los de este barco atacan tanto a él como al segundo barco, y este segundo barco al primero. Y ante el diferente aspecto que ofrecen el hombre de tierra y los del segundo barco no es creíble que sean del mismo bando, el resultado es, según podría deducirse de cuanto acabo de decir, un combate a tres bandos, que es algo muy raro y creo que no haya ocurrido jamás. El vaso ibérico que ha sido objeto de este comentario se conserva en el Museo de Prehistoria de Valencia, a cuya directora Helena Bonet Rosado doy las más expresivas gracias por la cesión de la imagen que ilustra este relato. 25.190.—Un progreso evidente y manifiesto El 14 de febrero de 1854, el comodoro norteamericano Matthew Calbraith Perry (1794-1858), a bordo del buque insignia de su flota nombrado USS Powhatan, una fragata de vapor de ruedas, entró en la bahía de Edo (Tokio) y el 31 de marzo de 1854 logró la firma de la Convención de Kanagawa por la que no solo se abría el Japón al comercio norteamericano, sino que hizo algo más. Y esto fue que el Japón emprendió el inicio de un cambio de era, instaurándose el periodo Meiji (1868-1912), que impulsó grandemente el país y le llevó a la europeización, saliendo de la edad media feudal en que estaba viviendo, para lanzarlo y poner en marcha la revolución industrial, siendo el primer país asiático en aplicarla, y entrando en la edad contemporánea. Así, en el orden militar, Japón pasó del arco y las flechas, y los cañones de madera, por así decirlo, a las armas y medios terrestres, marítimos, aéreos y de radiotransmisiones convencionales con los que estuvo en condiciones de entrar, casi tres cuartos de siglo más tarde, en la Segunda Guerra Mundial. Ese progreso tan rápido fue debido, entre otras razones, porque los hasta entonces samurais aplicaron toda su fuerza y poder en ello. Y una vez perdida la guerra, esos mismos prohombres creyeron que el futuro estaba en la producción industrial, basada en la manufactura de productos de uso a base de las materias primas que debía importar, ante su escasez en el país. El resultado lo conocemos todos y, en síntesis, es que en unos 150 años el país ha pasado de ser un país casi cerrado de la época medieval a ocupar un puesto delantero de la economía mundial, como fruto de su interés por la investigación y su capacidad de producción industrial en la fabricación de productos de primera línea y de gran aceptación en el mercado. Un hecho digno de tener en cuenta y que no conviene olvidar, como posible fuente de inspiración. 25.191.—Escasez de madera para la construcción naval en Cuba Este hecho es puesto en evidencia por la promulgación de la disposición siguiente: «Que en la Habana no se corten caobas, cedros, ni robles, sino para el servicio Real o fábrica de Navíos». (Ley XIII, tít. 17, lib. 4. Promulgada por D. Felipe IV (1605- 1665) en Madrid a 9 de junio de 1622. Allí a 4 de mayo de 1623). Luego la recogió la Recopilación de leyes de Indias, en los siguientes términos: «Considerando que las maderas de caoba, cedro y roble son de la mayor importancia para los navíos que se fabrican en la Isla de la Habana: Mandamos a los Gobernadores y Capitanes generales de ella, que no consientan ni permitan cortar ningunas, si no fuere para cosas de nuestro servicio, o fábrica de navíos». (t. II, lib. 3, tít. XVII, p. 59). Recordemos que el navío de 130 cañones Santísima Trinidad fue construido en La Habana en 1769, empleando básicamente madera de caoba. Todo un lujo. Laureano CARBONELL RELAT Doctor en Historia Medieval MISCELÁNEAS 1012 Diciembre


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