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nan: desde el thriller, sí, pero rozando en el último tercio el género de terror. Lo tenía relativamente fácil Nyholm al disponer de un entorno tan proclive a la tensión como es el de los faros. Decenas de películas de todos los tiempos han tenido el mismo escenario y se han resuelto de forma similar. Así, por poner un par de ejemplos, en Thunder Rock (John y Roy Boulting, 1942) Michael Redgrave se aislaba del mundo exterior en un faro, allí daba rienda suelta a su imaginación cuando creía ver a los fantasmas de un barco hundido en aquellos arrecifes; o en El buque-faro (Jerzy Skolimowski, 1986), con una trama parecida a la que nos atañe, y un atractivo enfrentamiento entre Robert Duvall y Klaus Maria Brandauer, cuando el primero arribaba a la embarcación del título con aviesas intenciones. Las visitas inesperadas, no solo las que proceden del exterior, sino también las que habitan en las mentes del trio protagonista, se convierten en los puntos de impulso de El misterio del faro. Nyholm gestiona tres caracteres enfrentados, de diferentes edades, atormentados por motivos de diversa índole y con ambiciones contrapuestas. Lo hace con la inestimable ayuda de todo el elenco: con Peter Mullan, un actor cuyo talento a estas alturas ya no nos sorprende; tampoco el de los excelentes secundarios, la mayoría de ellos bregados en las series de televisión tan caras al director. Lo que sí asombra es el nuevo registro de Gerard Butler, sencillamente memorable. Si bien, los tres personajes se enfrentan por igual a la presión del entorno, no todos salen airosos de ella. Una tensión contenida que es inherente al ámbito en el que se mueven —temporales, soledad, añoranza por los seres queridos—, pero que salta en pedazos cuando la rutina del faro se quiebra, cuando la mar deja en las rocas el cebo ominoso en el que los tres caerán indefectiblemente. Antes de que se desencadene la violencia, Nyholm avisa con algunas escenas donde se recrea, con buen criterio, en tomas largas —suponemos que disfrutando del nuevo formato, lejos de los encorsetados platós de televisión— donde expone casi de pasada malos presagios para lo que vendrá luego: tres velas para los muertos; un método de tortura; la pérdida de mercurio, sinónimo de locura; las señales de niebla; plagas siniestras; la oscuridad… Nada de esto es gratuito. El espectador más atento identificará cada signo de advertencia mientras avanza la historia. Con una segunda revisión disfrutará aún más de una trama circular que, de forma increíble, algunos han tachado de poco original. De poco original y de lenta. Bendita lentitud, pues. Fernando de CEA VELASCO CINE CON LA MAR DE FONDO (Retirado) 1018 Diciembre


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