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En este caso los autores, tras muchos años de búsqueda, han logrado reunir miles de fotografías de indudable valor, muchas de ellas inéditas y dispersas por museos, archivos y colecciones privadas, LIBROS Y REvISTAS que una vez seleccionadas las de mayor calidad, interés y belleza plástica, cada una de ellas complementada con documentados textos sobre su historial, nos arroja luz sobre los duros años de la posguerra, en lo que respecta a los destructores, al igual que el primer tomo lo hizo sobre los cruceros y que por gozar de una buena acogida por el público y por la prensa especializada, les animó a publicar el volumen que ahora presentamos. Y si el éxito les sigue acompañando, los autores tienen la determinación de publicar un próximo libro dedicado a los submarinos. Como es bien sabido, el origen del término destructor, para designar un tipo de buques de guerra, se debe al capitán de navío Fernando Villaamil, que diseñó un contratorpedero que él bautizó con el nombre de Destructor, construido en un astillero escocés y entregado a la Armada en enero de 1887. El término hizo fortuna y a este tipo de buques la Marina británica los denominó destroyers, vocablo que tuvo gran aceptación en todas las marinas, incluidas las hispanoamericanas y también nuestra Armada. Gracias a una iniciativa de nuestra REVISTA, el término destroyer dejó de utilizarse en todas las Marinas de habla hispana. En el libro se reseñan 21 destructores de las siguientes clases: Alsedo, tres; Churruca (1.ª serie), siete; Churruca (2.ª serie), siete; Melilla, dos, y Teruel, dos. Todos construidos en España, excepto los cuatro últimos que se compraron a Italia en plena Guerra Civil, ante la carencia de este tipo de unidades en el bando nacional, pues todos los destructores excepto uno —el velasco— lucharon en el bando republicano. En septiembre de 1936, el Ferrándiz fue hundido por el crucero nacional Canarias. Por otro lado, diez años antes, durante la estancia en Buenos Aires del destructor Alsedo —con ocasión de la escolta, junto al crucero Blas de Lezo, al vuelo del Plus Ultra— donde levantó una gran expectación, la Marina argentina envió una comisión oficial a Madrid, cuyo resultado fue la adquisición de las dos primeras unidades de la clase Churruca, que recibieron en aquella Marina los nombres de Cervantes y Juan de Garay. Así al inicio de la 2019 1073


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