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TENERIFE EN LA RUTA DE LA PRIMERA CIRCUNNAVEGACIÓN Francisco de Torres, toma el mando de la expedición, que regresa a la Península el 4 de septiembre de 1516. Los datos recopilados en esta campaña pasan al Padrón Real y son utilizados por Nuño García Torreño, cartógrafo mayor de la Casa de Contratación, para elaborar gran parte de la cartografía que llevará la expedición de Magallanes, relacionada en los papeles del Maluco del Archivo de Indias, junto con los 15.000 maravedíes presupuestados para la escala en Tenerife. En el momento en que se inicia la circunnavegación de Juan Sebastián de Elcano, las instrucciones redactadas por la Casa de Contratación ya eran verdaderamente extensas y minuciosas. En las capitulaciones firmadas por el Emperador y Magallanes se destaca el principal objetivo de la expedición: encontrar la ruta a las islas de las Especias, las Molucas, navegando por occidente, por la zona asignada a España en el tratado de Tordesillas, de 1494. En aquellas islas se daban el clavo, la pimienta, la nuez moscada o la canela, muy apreciadas para uso alimentario, medicinal e incluso cosmético. Hasta mediados del siglo XV, estas especias llegaban a Venecia a través de la Ruta de la Seda. Y, tras la caída de Constantinopla y el control del Mediterráneo oriental por los turcos, su tráfico se desvió hacia Lisboa, a través de la ruta abierta por Vasco de Gama bordeando el cabo de Buena Esperanza. El siguiente objetivo encomendado a Magallanes era confirmar que las islas de las Especias se encontraban en el hemisferio español, tal como indicaban las cartas de su amigo portugués Francisco Serrão, primero en establecerse en ellas, en 1512. Y para eso era preciso situar el antimeridiano de Tordesillas. Ahora sabemos que las Molucas están unos grados dentro de la zona portuguesa, pero en aquella época era sumamente difícil medir el enorme arco de longitudes del Pacífico, sin ninguna referencia terrestre, hasta dos islas diminutas, Tidore y Ternate, las principales productoras de clavo, que fueron localizadas por Juan Sebastián de Elcano, al mando de la Victoria, y Gonzalo Gómez de Espinosa, al mando de la Trinidad, siete meses después de la muerte de Magallanes en Mactán, Filipinas. Tanto Elcano como Gómez de Espinosa cumplieron el principal objetivo de la misión. Ambos sobrevivieron; el primero, circunnavegando el mundo, y el segundo, iniciando el camino de regreso por el Pacífico norte, con grandes penalidades, hasta que, desarbolada la Trinidad por un huracán y diezmada la tripulación, decidió regresar a Ternate y entregarse a los portugueses, que lo repatriaron años más tarde por orden del Emperador. Había elegido la ruta correcta, pero aquel huracán inusual quiso que fuera Andrés de Urdaneta el que pasara a la historia como descubridor del tornaviaje del Pacífico norte, cuarenta años más tarde. Todo ello sin quitarle méritos a Magallanes como el extraordinario marino que era, si bien es verdad que no fue el primero en partir en busca del paso interoceánico ni del Maluco. Incluso el mando de su expedición había sido solicitado previamente al Emperador por Esteban Gómez, antes de que el propio Magallanes entrara en escena. El mismo Esteban Gómez que viajaba como piloto de la nao San Antonio y decidió regresar a Sevilla desde la Pata- Año 2019 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 13


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