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LA GUERRA HISPANO-FILIPINA, 1896-1897 137 frailes. Precisamente por la diferencia de clases sociales que había entre unos y otros, los antiguos miembros reformistas de la Liga Filipina y su colaborador Miguel Morayta, Gran Maestre del Gran Oriente Español (GOE) y protector de la Asociación Hispano-Filipina en España, llamaban “plebeyo” al Katipunan con desprecio. Segundo. Mientras que Rizal y sus seguidores reformistas se posicionaron en lograr una amplia autonomía para Filipinas y su condición de provincia representada en las Cortes del Reino mediante el diálogo pacífico y constructivo, el Katipunan se propuso que Filipinas alcanzase su independencia de España a través de métodos violentos y de la lucha armada. Curiosamente, el rechazo del deportado Rizal a la violencia y a la guerra contra España no fueron impedimento alguno para que fuera presidente honorario del Katipunan, estando incluso completamente desligado del mismo.106 Creemos importante destacar e insistir en que la propia condición “plebeya” del Katipunan fue lo que facilitó su fácil captación de miembros entre el campesinado y las clases más bajas de la sociedad filipina, al poder adaptarse con facilidad a las tradiciones populares autóctonas y resucitar incluso el tradicional e inmemorial pacto de sangre que practicaban los indígenas filipinos. Todos sus miembros eran juramentados mediante un rito iniciático y firmando sus inquebrantables pactos con su propia sangre que extraían de una incisión emblemática que se hacían en el cuerpo107 y que ocultaban. Su organización estaba inspirada en la francmasonería con un reclutamiento triangular, palabras claves, capuchas de distintos colores según el grado de iniciación y hacían proselitismo entre los indígenas tagalos, aunque sin conocerse entre sí por razones de seguridad, salvo naturalmente su iniciador. Pronto sus miembros difundieron el “evangelio” del independentismo en la septentrional isla de Luzón y en las islas centrales de las Visayas. No sólo lucharon contra el régimen español, sino que lo hicieron también y muy especialmente contra las poderosas órdenes religiosas de Filipinas, culpándolas de la opresión y sufrimientos del pueblo filipino. Aunque sus principios no fueron precisamente exitosos, ya una vez que dio comienzo la insurrección armada en 1896, esta sociedad secreta se extendió tan rápido 106 Pese a su anticlericalismo, José Rizal se consideraba cristiano y creía que su fe religiosa era incompatible con el Katipunan por su violencia y sus asesinatos. 107 Alicia Castellanos indica que la incisión del tagalo juramentado la tenía en el brazo, en la región antibranquial, en el tercio superior del antebrazo, en región femoral o incluso en la planta de un pie. CASTELLANOS ESCUDIER, Alicia: Ob, cit, p, 116. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 137-206. ISSN: 0482-5748


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