Page 164

RHM_extra_1_2019

LA GUERRA HISPANO-FILIPINA, 1896-1897 163 Polavieja comenzó su mando con gran éxito, ya que consiguió: dominar la Insurrección Tagala en Manila; expulsó las partidas insurrectas de Bulacán; combatió con energía y logró pacificar las provincias de Bataán, Zambales, Batangas y La Laguna, y los montes de San Mateo y Boboso; y también pacificó la provincia de Tayabas. Todos estos combates provocaron el que los rebeldes tagalos decidieran concentrar su dominio en la provincia de Cavite, cuyo gobernador civil y militar era el teniente coronel de Infantería Manuel Torres y Ascarza-Eguía, además de Primer jefe del Batallón Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 163-206. ISSN: 0482-5748 Disciplinario.145 Polavieja se dispuso a reestructurar en profundidad la organización, composición y despliegue de sus tropas, que al tomar el mando eran casi 50.000 hombres (más de la mitad europeos). Sin embargo, su mayor problema era neutralizar la alarma social por la continua deserción de soldados y guardias civiles que se pasaban al enemigo tagalo. La posición de los mandos militares no era otra que desarmar a los nativos filipinos y los frailes transmitían continuamente sus temores al Gobierno, a los políticos y a la prensa. En realidad la cifra de las deserciones no era tan alarmante, tal como queda reflejado en los puntuales informes que enviaba Polavieja al ministro de la Guerra. Por ejemplo, en la primera quincena de diciembre de 1896 sólo desertaron 30 soldados y 39 guardias civiles. Finalmente, optó por no desarmar a los indígenas y ordenó una recluta de voluntarios en regiones de distinta etnia que la tagala, encuadrando a estos indígenas voluntarios en batallones independientes. Fue una medida dirigida a mostrar confianza en los visayos, pampangos e ilocanos ahondando sus divisiones con los tagalos. Polavieja ordenó a las autoridades que corrieran la voz de que los insurrectos tagalos despreciaban profundamente al resto de las etnias. Para ello hacían ver que en todos los documentos y símbolos del Katipunán figuraba la leyenda “República tagala”. Poco después, 2.300 voluntarios indígenas desfilaron por las calles de Manila proclamando su deseo de dar muerte a los tagalos.146 Por tanto, una de sus medidas acertadas fue la de formar los Batallones de Voluntarios de Ilocos Norte, Ilocos Sur, Ilongas, Cagayan, Isabela, Pampanga, Abra y Peyate. Además, en siete semanas preparó a sus fuerzas disponibles en condiciones para el combate, poniendo cerco a la 145 El teniente coronel Torres había regresado a España en 1896 con licencia por enfermedad, pero regresó a Filipinas sin terminarla en diciembre para asumir el mando del Batallón Disciplinario. Esta unidad se disolvió en octubre de 1897. “98. Filipinas”. Ob. cit., p. 56. 146 PUELL DE LA VILLA, Fernando: El Ejército Español en Filipinas. Ob. cit.


RHM_extra_1_2019
To see the actual publication please follow the link above