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LA GUERRA HISPANO-FILIPINA, 1896-1897 195 El plan de pacificación mediante la compra de la rendición a los rebeldes fue muy bien acogida por las autoridades militares, civiles y eclesiásticas de Manila, pero no fue óbice para que Primo de Rivera siguiera adelante en su idea de levantar un ejército con efectivos voluntarios fieles a España para continuar la campaña militar si fracasaran las negociaciones con Pedro Alejandro Paterno, representante de Aguinaldo. El 13 de octubre Primo de Rivera solicitó al Gobierno que decidiera sobre el llamamiento o no de voluntarios en las provincias filipinas no tagalas, para no interrumpir las operaciones de la campaña militar y especialmente presionar a Aguinaldo y a los suyos para que se avinieran a firmar Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 195-206. ISSN: 0482-5748 la paz. Finalmente, la recluta de voluntarios resultó un gran éxito marchando miles de voluntarios a Manila. Pero sobre todo, los insurrectos tagalos pronto comprendieron que las bajas de las fuerzas militares españolas podían cubrirse con gran facilidad, sin pérdida de tiempo y con pocos gastos, como también que no contaban con el necesario apoyo de las provincias no tagalas. El 17 de noviembre Primo de Rivera envió un telegrama desde Bacolor (Pampanga) a Segismundo Moret, ministro de Ultramar, para comunicarle el éxito que estaban teniendo las unidades de voluntarios (unos 6.000 hombres) en la lucha contra los rebeldes. Quedaba demostrado que las provincias filipinas no tagalas habían respondido con entusiasmo al llamamiento que hizo Primo de Rivera contra la Insurrección Tagala. Conscientes Aguinaldo y los jefes militares tagalos que tenían la guerra perdida, optaron por negociar la paz con la mayor urgencia; y es cuando Pedro Alejandro Paterno al frente de una comisión negociadora cruzó las líneas tagalas y se presentó ante las tropas españolas con un poder muy amplio por el que se le nombra cva (árbitro) para la negociación de un tratado de paz en la ciudad de Manila.187 Biac-na-Bató Primo de Rivera narró cómo se desarrollaron y no fueron tan fáciles las negociaciones en su memoria al Senado. Primeramente Primo de Rivera solicitó saber de cuántas armas disponían los rebeldes, porque su número no figuraba en los documentos que Paterno le mostró. La comisión tagala le respondió que entregarían 587 en 187 Ibidem, ut supra.


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