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INTERVENCIÓN MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN FILIPINAS... 211 La legislación internacional prohibía que el territorio, industrias, súbditos o barcos de un país neutral sirvieran para facilitar una agresión contra un tercer país. Así que, de hecho, la actitud británica posibilitó el ataque de Dewey contra Manila porque los EE.UU. no tenían base alguna (aparte las todavía independientes Hawai) hasta su propia costa Oeste, a más de 7.000 millas marítimas de distancia, lo que no sólo dificultaría seriamente el ataque inicial, sino que supondría graves riesgos para la campaña subsiguiente, pues desde allí tendrían que acudir los refuerzos y provisiones. Y nadie podía dudar de cuál era el propósito de la escuadra, aunque sólo fuera porque las autoridades británicas era natural que se interesaran por el fin de todos aquellos aprestos bélicos realizados a la vista de cualquier observador en una de sus posesiones más estratégicas de Extremo Oriente. No parece que hubiera reclamaciones diplomáticas españolas sobre tales hechos, pero creemos que el gobierno de Sagasta tenía buenos motivos para no hacerlas: el primero, que en la difícil situación internacional de España, aislada y buscando el apoyo del “concierto europeo” para impedir la guerra, indisponerse con Gran Bretaña era un error. Parecía mejor lograr ese apoyo diplomático, con el cual se diluiría la amenaza y los preparativos de Dewey dejarían de ser un peligro, que por hacer reclamaciones, indisponerse con la talasocracia británica, cuya mala voluntad podría ser decisiva tanto antes del conflicto como durante él. El segundo motivo es que, como ya sabemos, la escuadra de Cervera estaba haciendo lo mismo en otro puerto neutral, el de Cabo Verde, y, de hecho, gozó aún de mayor amplitud, pues lo abandonó nada menos que el 29 de Abril. Plantear aquella cuestión podía poner en evidencia que España estaba haciendo lo mismo, y en el escenario principal de la guerra. Por otra parte, las autoridades españolas estaban perfectamente al tanto de los preparativos y composición de la escuadra, gracias a los informes del cónsul español en Hong Kong, y al jefe de la Comisión de Marina allí establecida, D. Juan Pastorín. Dewey recibió el 27 de Abril, y fondeado en la bahía Mirs al cónsul norteamericano en Manila, Williams, que le traía las últimas noticias y datos sobre los preparativos españoles, con lo que la escuadra pudo zarpar con información puesta al día sobre su objetivo. Además, los estadounidenses entraron en contacto en Singapur, otra colonia británica, con el líder rebelde Aguinaldo, ofreciéndole que volviera a Luzón a dirigir una nueva sublevación, y con promesas, más o menos explícitas de que lograría la independencia. Y allí fueron conducidos poco después por buques americanos Aguinaldo y sus colaboradores. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 211-252. ISSN: 0482-5748


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