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INTERVENCIÓN MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN FILIPINAS... 219 El plan, propuesto por el Coronel de Artillería de la Armada D. Maximino Garcés y el Teniente de Navío de 1° clase D.Rafael Benavente, fue rápidamente aprobado por Montojo, e inmediatamente se iniciaron las obras por las dotaciones de los inútiles Velasco y General Lezo, apoyadas por los cañoneros Bulusán y Leyte. Estas baterías sí que estuvieron a tiempo, aunque faltaran detalles, explicables por la premura del tiempo y la dificultad de la tarea. Por dichas razones o por la falta de lugares adecuados, sólo se instalaron unos 17 cañones del total de 38, pero incluían ocho de los diez más modernos. Haciendo un rápido balance y refiriéndonos sólo a los cañones de más de 12 cm de calibre, únicos que podrían causar daños de consideración, la disminuida escuadra podía contar con 27 de 16 a 12 cm, de los que podrían hacer fuego simultáneamente unos quince. A ese total, se hubieran podido añadir 11 obuses de 24 y 21 cm, así como 6 piezas de 15, todas del Ejército, y 10 de 16 a 12 de la Armada. Aparte deben figurar los 28 más anticuados de la Armada y otros 24 del Ejército. Relegando esos últimos 52 cañones anticuados a defender puntos no decisivos y contando sólo con los más modernos, la escuadra pudo y debió haber tenido el apoyo de no menos de 27 piezas de calibres entre 24 y 12 cm, que unidas a las de los barcos, harían un total de 54, de las que 42 podrían abrir fuego simultáneamente. Este total hubiera sido superior al de la escuadra atacante, con 53 cañones de 203 a 127, de los que sólo 30 podrían disparar al mismo tiempo. Y es bien conocida la superioridad de las baterías costeras sobre buques que las ataquen, por muy diversos motivos. Era una buena baza para los defensores, pero las desavenencias entre marinos y militares y las dudas de Montojo en escoger el punto en que se enfrentaría a Dewey, terminaron consiguiendo que tal fuerza se dilapidara casi totalmente, pues sólo los dos de Punta Sangley pudieron apoyar a la escuadra, y de hecho, la cifra se redujo a uno, pues el otro no podía apuntar desde su emplazamiento hacia la escuadra enemiga. Repartir los cañones entre cuatro puntos distintos y hasta alejados entre sí fue un grave error que se repitió en el caso de las minas, aunque éstas sólo fueron manejadas por los marinos. Ciertamente, no eran ni muchas ni buenas. Había 14 británicas sistema Mathieson en el arsenal, aunque faltas de elementos como cable eléctrico que tuvieron que improvisarse o adquirirse rápidamente. Se les destinó a Subic, pero cuando llegó Montojo el 25 de Abril, a la decepción de ver montado sólo uno de los cuatro cañones, se añadió la de que únicamente cinco minas estaban fondeadas. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 219-252. ISSN: 0482-5748


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